sábado, 24 de noviembre de 2007

LOS PELIGROS DEL RENCOR...

“Todos son víctimas. Acá no tenemos únicamente tres víctimas, son más víctimas, y entre ellas está, sin lugar a dudas, el menor al cual acabo de imputar”.
(Juez Maximiliano Benítez – Concordia E. Rios)

Esta semana, las noticias argentinas transitaron un sendero regado de sangre.
Desde el domingo, la “estrella mediática” que colmó la cuota sangrienta y brutal, ha sido Matías Bressán, el joven confeso del asesinato de su padre Miguel Bressán, funcionario judicial de Entre Ríos; de su esposa, emparentada al poder político de la provincia; y del pequeño hijo de ambos. Los aberrantes asesinatos desatados por la “discordia”, paradójicamente, ocurrieron cerca de Concordia.
Matías declaró que “solo fue hasta el campo a matar a la mujer”. Se refería a la actual esposa de su padre. También declaró que sintió bronca e impotencia cuando su padre le dijo que no lo llevaría al campo ese fin de semana, pues iría solo con María Cecilia Taleb…, “fui allá, solo para matar a la gorda” dicen que dijo ante el juez.
Sus palabras, sacadas del contexto, suenan duras. Pero el caso del triple crimen en Concordia, sirve para reflexionar sobre las consecuencias del odio y del resentimiento.
Todos sabemos que los deseos de venganza que arrastraron a Matías hasta el campo de su padre, se fueron cocinando al fuego lento de los rencores avivados. Siempre hay gente dispuesta a jugar con fuego. Hasta que es tarde. Siempre hay gente dispuesta a “tirar de la cuerda”. Hasta que se corta.
Matías, según cuenta, vivía siendo maltratado por su padre y la esposa de su padre: Golpes, desafectos, ausencias, destratos, pormenores de plata. En fin, “normalidades” modernas. Las crónicas cuentan que María Cecilia Taleb nunca aceptó a Matías. La enervaba verlo cerca de su esposo. Y cuando se enteraba que se veían, el escándalo.
Los vecinos aseguran que "cuando esa mujer veía a Matías le gritaba de todo, las cosas más indignas… y el chico debía soportar todo eso".
Y entonces lo previsible. El rencor engendró el odio. Y el odio empuñó el arma. Y el diablo escribiendo el exordio de esta historia, con saña. Matías pensó en la venganza. El odio y su rencor se encargaron del resto. Llegó hasta el campo donde su padre y su esposa, y su hijo de un año y ocho meses, compartían la vida sin él. El odio visceral hacia María Cecilia Taleb, le reservó para ella una violencia especial: seis tiros a quemarropa. A Miguel Bressán, su padre, le metió cinco tiros, con las balas que él mismo le había mandado a comprar.
El rencor ciego, ese que enloquece, empujó a Matías a clavarle cuatro tiros en la espalda a su medio hermano, de un año y ocho meses…y uno en la frente.
Ahora, las excusas, los comentarios y hasta los “atenuantes”, sirven de poco.
Las crónicas hablarán de la mísera casa pestilente en que Matías vivía con su madre y sus hermanos. Ya es tarde. Comentarán los vecinos, ahora sí en voz alta pues el juez y su esposa (emparentada con el poder político de la provincia) ya no están para amedrentar a nadie; las peleas y las discusiones de Matías con su padre y la esposa de su padre. Pero ahora es tarde. 16 tiros, y tres muertes tarde.
La muerte se paseó por Concordia. La discordia la llevó a pasear de la mano. Tal vez aprendamos,algún día, los peligros de engendrar odios. De sembrar resentimientos. Tal vez aprendamos alguna vez, los beneficios de vivir reconciliados. En serio.
17 Has. PARA EL RENCOR
Escuchando los discursos en el acto de entrega de la ESMA, uno tiende a pensar que definitivamente ha triunfado la militancia del odio y del rencor. Ese parece ser el negocio de todos quienes adulan ese discurso de soberbia e intolerancia que vociferan los organismos de derechos humanos en Argentina. Escuchando los cánticos resentidos que adornaron el acto, estoy convencido que ni las 17 hectáreas que acaban de recibir, les bastarán para acomodar sus rencores.
Es sábado soleado. El matrimonio presidencial concluye el protocolo. Traspasar las 17 hectáreas que comprende el predio de la ESMA, a las distintas agrupaciones de derechos humanos de nuestro país. El halo de solemnidad con el que intentan disfrazar de seriedad el acto, se desmorona como un castillo de naipes ni bien Hebe Pastor (peleada hace mucho tiempo con don Bonafini), vomita el odio que le impregna las entrañas: “En estas aulas funcionará una escuela de militantes”, grita.
“Volveremos volveremos, volveremos otra vez, volveremos a ser gobierno…como en el 73”, grita a sus espaldas la turba Montonera. Tanto gritan, que como bien apuntó Susana Sechi, Cristina, para no exacerbar al gorilaje que la ama y la vota (¿y le teme?), no se animó a decir que era un día peronista. Prefirió decir “un hermoso día de sol”.
De todo el predio de la ESMA, sólo el casino de oficiales funcionará como Museo, los 32 edificios restantes, quedarán a merced del rencor de Hebe Pastor.
El presidente Néstor Kirchner, públicamente declara a Hebe su “putativa madre”, y dice: “Les digo a todos los argentinos, piensen como piensen, que no podemos construir nada sobre la injusticia y la falta de memoria, que es fundamental tenerla. No busquemos justificaciones, no lo politicemos cuando no hay que politizarlo, porque esto es mucho más que una simple coyuntura política, esta es una decisión estratégica de los argentinos de vivir en un mundo mejor y en pluralidad…”
La doctora Victoria Villarroel, titular CELTYV - Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, tal vez creyendo sinceras las palabras del presidente, realizó hace un par de meses una presentación ante el Presidente de la Nación, el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Directora Ejecutiva del Instituto Espacio para la Memoria, solicitando un edificio, de los más de 30 que componen el predio de la ex Escuela de Mecánica de la Armada. La petición, realizada ante los entes que decidieron el reparto de las instalaciones y las futuras actividades que allí se desarrollarán, dice la Doctora Villarroel, está fundamentada en la actividad que desarrolla dicha ONG, la cual “se encuentra abocada a la defensa, promoción y reconocimiento de los derechos humanos de las víctimas civiles y no combatientes del conflicto armado interno librado en nuestro país en los años setenta”. Villarroel explica que, “dado que el Estado argentino mantiene una deuda con este sector de la sociedad y no le brinda apoyo alguno (...) solicitamos un espacio donde poder trabajar en la defensa y ejercicio de los Derechos a la Verdad, la Justicia y la Reparación, para las miles de víctimas del terrorismo. A más de 30 años de los hechos, el Estado argentino continúa incurriendo en responsabilidad nacional e internacional ante la falta de políticas orientadas a reparar el inmenso daño de quienes fueron secuestrados, asesinados, heridos y torturados por las organizaciones terroristas que asolaron la Argentina...".
Nunca la Doctora Villarroel recibió respuesta. Ahora, las víctimas del terrorismo de Argentina saben, lo que uno sospecha desde siempre. Que lo que Kirchner y su madre putativa llaman justicia, no es justicia. Ni es sincera la memoria que pregonan, y que es Mentira, eso que ellos llaman verdad.Junto a Hebe, un hombre barbado todo de negro. Su mano “izquierda”. Una tarde del 3 de junio de 1981, el portero de un edificio descubrió en el baúl de un Dodge Polara un hilo de sangre que caía sobre el asfalto. Adentro, asesinados, Mauricio Schocklender y su esposa Cristina. Sergio Schocklender, hijo de ambos, y encargado de ahorcar a los dos, pasó 14 años en prisión. Ahora está junto a Hebe. Él, que como Matías Bressán supo en carne propia las consecuencias nefastas del odio y del resentimiento, le podría inculcar a Hebe, los beneficios de vivir reconciliados. Pero la necedad, se sabe, es sorda.

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