PUBLICADO EN MINUTO UNO
El teorema de Bonafini: cicatrizar heridas es mal negocio
El atinado aunque débil y poco convincente reclamo del jefe del Ejército Roberto Bendini en torno a la necesidad de cicatrizar las heridas del pasado, ha producido la ira de Hebe de Bonafini, “jefa espiritual” de las Madres de Plaza de Mayo. Cicatrizar heridas es, además de una evolución natural de toda llaga, una demanda histórica que viene del fondo de los tiempos y que permitió que pueblos enemigos pudieran tender puentes para una convivencia que parecía imposible. Dar ejemplos sería ocioso, pero solo así puede entenderse que Europa haya vuelto a unirse para convertirse en un bloque que mira con fuerza hacia el futuro y que hasta el corredor de los Balcanes, después de décadas de sangre, pueda hoy unir a serbios y croatas con esperanzas y objetivos comunes. Pero para la señora Hebe de Bonafini, cicatrizar heridas sería simplemente desfinanciar su monopólico proyecto de odio, porque el odio, para la señora Hebe de Bonafini ( sin desconocer el enorme dolor por la pérdida de sus hijos combatientes) no es una forma de sostener la memoria, sino un método recaudatorio casi extorsivo. El gran mérito de su lucha quedó desvirtuado hace tiempo, desde el momento que no dejó de avalar crímenes de lesa humanidad cometidos por cuanta organización terrorista anda por el mundo: da lo mismo que sea Al Kaeda volando las Torres Gemelas o Eta matando inocentes por las calles de España. Para la señora Hebe de Bonafini todo crimen de lesa humanidad está justificado (excepto, claro, el que tuvo como protagonistas a sus propios hijos y a miles de inocentes que en la Argentina dieron su sangre por una causa manejada por cobardes como Firmenich y tantos otros que balconean los dramas locales desde sus departamentos de millonario en Europa). La señora de Bonafini recibe subsidios para una universidad que solo alimenta resentimientos en su currícula. La señora de Bonafini pasea por el mundo con viáticos de lujo invitada por cuanta organización ignora que el ejemplo de su lucha fue transformado en un vómito de odio a todo lo que es vida y esperanza. Si se cicatrizaran las heridas Hebe de Bonafini perdería su crispación, pero también su negocio. La contracara de esta crispación es Estela de Carlotto, quien, desde su organización de Abuelas de Plaza de Mayo, logra objetivos concretos reclamando justicia y no derramando odio, rencor y muerte. La tímida apelación de Bendini, quien arrastra sus propios errores por haberse sometido a humillaciones de las que hoy seguramente se arrepiente, fue el disparador para que Hebe de Bonafini mostrara su verdadera cara, la de una mujer que solo quiere dinero para proponer como política de Estado el odio permanente y la paz imposible.Martes 12 de Junio de
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