Ingeniero Reinaldo Dal Bosco.
Asesinado por Montoneros 16 de octubre de 1975 junto a Raúl Sanguinetti
Los arruinadores
de sueños tuvieron su día de puta gloria aquél 16 de octubre.
Cinco minutos
les llevó acribillar a Rino y a Raúl.
Con 50 tiros a
quemarropa y por la espalda, un grupo terrorista de Argentina que firmaba
Montoneros… ahogó su sed de sangre y de muerte en una esquina de Adrogué.
Una mujer saluda
desde la puerta de su casa. Una frenada, un choque.
Ráfagas de plomo.
Nube de pólvora.
Los gritos que
crispan una mañana apacible.
Los tiros de
gracia para rematar con saña.
Un motor
acelerado, un barrio que despierta.
Un hijo pequeño
que corre hacia el auto, e imprime para siempre en su memoria esa cruenta
imagen de la muerte de su padre en medio de un río de sangre.
Noches enteras
de llanto en la soledad de un dormitorio oscuro. En la habitación de al lado,
dos niños se muerden los labios y aprietan los puños llenos de porqués… pero
siempre vacíos de respuestas.
Rino ha comprado
su primer auto cero kilómetro, y junto a Nilda deciden un viaje para “ablandarlo”.
Antes era así.
Mirá lo que son
las cosas… Rino escapó junto a su familia de una Italia en guerra: eligieron
Argentina.
Y aquí estudió y
se recibió de Ingeniero y formó una familia y puso sus sueños, en en manos de su amada Argentina.
Rino amó a la
Argentina, con las mismas fuerzas con que la odiaron quienes lo cortaron en dos
a balazos.
La foto lo
muestra sereno en un alto en los caminos de su querida Argentina.
Un camino
sinuoso atrás, una mirada hacia adelante, una piedra en el camino.
Claro que no lo
sabe, pero ese mismo Ford Falcon será luego su mortaja en la esquina de su casa.
Reinaldo Dal Bosco y Raúl Sanguinetti terminaron sus vidas dentro de este auto,
acribillados por los adoradores del terror.
Raúl Sanguinetti... acribillado junto al Ingeniero Reinaldo Dal Bosco
¿Quiénes fueron?,
se preguntan cada día su esposa y sus hijos. Y en verdad puede haber sido
cualquiera de los tantos Montoneros que caminan por la vida orgullosos de tanta muerte… Carlos Kunkel, Patricia Bullrrich, Cirilo Perdía, Vaca Narvaja, Horacio
Verbitsky… el ahora fiscal Di Lello, o Marcela Durrieu, la mamá de Malena
Galmarini, esposa de Sergio Massa. O algún Galmarini. O Graciela Daleo, o algunas
de las niñas Carlotto antes de ovular o tras algún coito de ocasión en nombre
de una Revolución que pedía sangre a cambio de un orgasmo.
Y aunque no
hayan sido ellos, que es lo más probable… obviamente lo fueron.
Claro que nuestro
silencio… y el miedo a contar la Historia, terminaron de moldear la impunidad.
Las Víctimas del
terrorismo en Argentina no tienen voz… no tienen rostro... no tienen justicia…
¿porqué?. Simplemente, porque los asesinos, los arruinadores de sueños, aquellos que asesinaron para sembrar el terror, están en el Poder.
Horacio R. Palma
Escribidor contumaz
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