martes, 7 de junio de 2016

7 de junio. Día del Periodista



La gente suele exigirle al periodista la heroicidad que jamás le exigiría al almacenero o al cajero del banco.
Se preguntó alguna vez ¿por qué?
El Poder acá… nosotros muy allá. En el medio los periodistas.
Los ídolos allá… nosotros acá. Entre ellos y nosotros, los periodistas.
Lo escondido allá… nosotros sin saber buscar. Entre lo escondido y nuestra impotencia, los periodistas.
“Dígale, pregúntele… por qué no dice esto, por qué no le preguntó aquello, lo dijeron en la tele, lo escuché en la radio”.
Los periodistas son muchos de nuestros miedos, vencidos en el otro.
Los periodistas son mucho de nuestro apocamiento, hecho valor en otro.
Pero son también carne y son hueso y son miedos… como cada uno de nosotros.
Y fuera de las súper estrellitas de moda, la mayoría son laburantes comunes que cobran un sueldo en el mejor de los casos, o corren la coneja como decía mi abuelita cuando quería escondernos las penas del laburante que con su sueldo, apenas arañaba el fin de mes.
La gran mayoría son carne y son hueso y son miedos… con una familia a la que deben mantener.
Así y todo, y a pesar de eso, el periodismo es vocación de hurgar allí donde otros no se animan o se encogen de hombros. De vencer miedos y decir con valor lo que se piensa. De luchar por la libertad y hacer de las diferencias, tolerancia.
Un suspiro de libertad prefiero, a mil discursos con aliento de cadenas.
A los que no temen decir la verdad prefiero, antes que a los callados por un miedo.
A los que para informar meten la nariz en los temas que el poder procura esconder prefiero, antes que todos aquellos que viven tranquilos al amparo de los que mandan silencio.
A los que dejan cuerpo y alma, y dejan vida para informar prefiero, antes que aquellos que escondidos, pretenden que digan los otros.
A los que convencidos, esgrimen su verdad aunque sea la políticamente incorrecta prefiero.
Muy pero muy feliz día del periodista a todos los periodistas, egregios o gregarios, que confirman con sus actos, lo que esgrimen con la palabra. Los admiro.


A los otros les digo lo que un amigo me dijo antes de morir: “Cuando dejemos de ser cobardes, los otros dejarán de hacerse los valientes”

Horacio R. Palma

Escribidor contumaz...

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