sábado, 8 de noviembre de 2014

Presos Políticos de Argentina... un país sin vergüenza



Cuando los dolores son tan grandes como las injusticias sin sentido, la mínima alegría se convierte en una enorme esperanza.

Un poquito se hace tanto… una luz se hace sol. Un abrazo se hace mundo.

Veo la foto. Conozco el lugar. Sé lo que es… he visto lo que ese lugar produce…lo que quita para siempre, lo que deja eternamente, lo que marca a fuego… con profundas heridas heladas de hielo.
Sí que conozco ese lugar, distinto pero tan igual a otros que he visitado. Alambres, barreras, rejas, candados y más candados. Dedos manchados para entrar. Dedos manchados para salir.

Los inviernos que son de hielo y los veranos que son de fuego.

La felicidad afuera… adentro solo las penas.

Conozco ese lugar…sí que lo conozco, distinto pero tan igual a los tantos dónde otros sufren las misma exacta injusticia de la prisión.

Para cualquiera que vea la foto, es un “abuelo” sonriente. Para mí es Justicia, es esperanza, es vida es felicidad. Es Libertad.

Pocos saben que en Argentina, donde el Estado levanta banderas de derechos humanos para hacerlas flamear a los cuatro vientos… casi un millar de ancianos han sido condenados a muerte. Los demonios del pasado anidaron en los resabios del terrorismo… y tomando por asalto la justicia, los encerraron en cárceles que matan.

Pocos saben que en las cárceles de Argentina, un millar de ancianos son sometidos a un régimen vejatorio que los arrastra hacia una muerte dolorosa y lenta. Muchos han muerto sin posibilidad de atención médica. Ancianos con enfermedades crónicas y  graves, con problemas de movilidad, con sondas, discapacitados, imposibilitados de tomar los medicamentos prescriptos… sometidos a traslados interminables desde las cinco de la mañana hasta las 11 de la noche en vehículos sin botiquines siquiera.

Ancianos integrantes de las Fuerzas de Seguridad, Militares y hasta civiles, perseguidos por un Estado prevaricador sin escrúpulos, y olvidados por todas y cada una de las Instituciones  que por humanidad, deberían levantar la voz obligatoriamente.

Por eso, Cuando los dolores son tan grandes como las injusticias sin sentido, la mínima alegría se convierte en enorme esperanza.

Un poquito se hace tanto… una luz se hace sol. Un abrazo se hace mundo.

Veo la foto. Conozco el lugar. Sé lo que es… he visto lo que ese lugar produce…lo que quita para siempre, lo que deja eternamente, lo que marca a fuego… con profundas heridas heladas de hielo.

Dirán que al hombre de la sonrisa enorme lo liberó un tecnicismo. Tal vez. Los tecnicismos muchas veces suelen ser más justos que una justicia corrupta.

Miro esa sonrisa enorme, esa alegría inmensa de noviembre. Y esa sonrisa es esperanza de otras miles de bocas que esperan tras las rejas para poder sonreír la misma libertad.
Su sonrisa es alegría de todos, pero es también es tristeza de los que faltan.

Los que faltan dependen de vos, de mí… de todos. De que nuestras voces nunca se cansen de gritar Justicia, de que nuestros brazos nunca se bajen, de que nuestros pies nunca dejen de caminar el camino.

Un millar de Presos Políticos esperan en Argentina su turno para sonreír… nuestras voces no se callan, nuestros brazos no se bajan y nuestros pies no se detienen… ¡Hasta que TODOS LIBRES!


Horacio R. Palma

Escribidor contumaz… 

3 comentarios:

Ninoaka dijo...

Terrible...cómo duele..que injusticia..gracias

capitan futuro dijo...

Hablamos algún día de la cantidad de absueltos en los juicios supuestamente armados y digitados?

mono dijo...

Más que un país sin vergüenza, es un país lleno de sinvergüenzas.