Decir que el Comisario General Etchecolatz es un excelente blanco móvil -
en verdad no muy móvil ya que como preso está reducido al ámbito del penal de
Marcos Paz- para los francotiradores judiciales, es una verdad de Perogrullo.
Conseguir un nuevo juicio contra él es parte de este nuevo deporte llamado “lesa
humanidad” que, si bien ha ido perdiendo popularidad porque los referees suelen
venderse con descaro aún concita la atención de algunos “fanas” y también de
algunos jugadores que quieren llevarse, antes del 2015, algún premio más
tirando al blanco.
El Comisario Etchecolataz, graduado desde hace tiempo como acusado en
numerosos juicios extravagantes ha sido degradado a “sospechoso” por la
Fiscalía General de La Plata que lo ha calificado así en la causa 16.060: “Lopez, Julio Jorge s/desaparición forzada de
persona”. Sin duda, por parte del Dr. Rodolfo Molina una manera de tirar al
montón para no perderse semejante blanco.
A causa de esta calificación, la celda que el Comisario Etchecolatz
ocupa en el penal de Marcos Paz fue allanada dos veces. Lamentablemente para
Molina, no se encontraron en ella ni rastros del ADN del Sr. López, ni una
picana paralizadora, ni siquiera un par de “esposas” que hubieran servido para
maniatar a López cuando era secuestrado ni, menos aún, un críptico mensaje que
dijera, por ejemplo: “cazamos la paloma”.
En verdad lo único que se llevaron fue algo de papeles- documentación, en la
jerga judicial- comprobantes de la presunta complicidad de Etchecolatz en el
caso y entre los que, un ejemplar de “imitación de Cristo” de Tomás de Kempis fue
lo que sirvió para prontuariarlo como sospechoso (Art. 73 Código penal de la
Pcia. De Buenos Aires).
El meollo de esta farsa que conmovió y preocupó a la ciudadanía es que la
“desaparición” de Julio Jorge López, fue la primera desaparición de una persona
en democracia por causas presuntamente políticas- y recalquemos esto, causas
presuntamente políticas- porque siempre nos olvidamos que cientos de mujeres
han desaparecido en estos últimos treinta años a causa de redes de “trata de
personas” y a nadie le ha importado mucho.
Pese a la importancia que encierra una causa por desaparición de
persona, el actor invitado a este vodevil, el Comisario Etchecolatz, hace diez
meses que le pide audiencia al Fiscal Molina pues considera que tiene pruebas
que podrían acelerar la investigación sobre la desaparición en democracia del
Sr. López obteniendo como toda respuesta por parte de la Fiscalía: “en su oportunidad será convocado”.
Lo único destacable de este problema de “desapariciones no resueltas” es
el poco interés que tienen las autoridades judiciales provinciales y federales,
pasado los febriles momentos iniciales, en resolver un caso que conmovió a la
sociedad hace ya ocho años y al que esta demora solo beneficia a los verdaderos
autores del hecho.
Poca o ninguna atención se ha prestado a lo declarado oportunamente por
el Sr. Jorge Scanio ante el Dr. Edgardo Duró, Secretario federal, en relación a
haber visto a López, bastantes días después de su desaparición, en un campo
denominado “San Genaro” custodiado por hombres armados o la declaración de
Rodolfo Buzeta, vecino de Atalaya y muerto al poco tiempo de su denuncia, que
dijo haber visto a López pocos días después de su “desaparición” caminando por
la zona.
No es desconocido para muchos- excepto para el fiscal- que hay otros testigos
oculares del “peregrinaje” de López a partir del día 18 de setiembre de 2006-
día de su desaparición- que han sido intimidados como que existen también
rumores reiterados sobre organismos oficiales comprometidos en la misma.
Ni estas intimidaciones ni estos rumores han sido investigados.
Si como dicen los habeas corpus interpuestos por los “seguidores” de Julio
Jorge López en los cuales, directa o indirectamente, se señala a Etchecolatz
como autor intelectual de la desaparición, o que la autoría del caso se debería
a un grupo de “mano de obra desocupada” que respondería al mencionado Comisario,
las preguntas que el fiscal, primero, y luego las autoridades judiciales deben
responder son: ¿Por qué no se le toma declaración al Comisario Etchecolatz? y
¿Por qué se le impide a él, poseedor de pruebas o informaciones supuestamente importantes,
testimoniar sobre el caso de Julio Jorge López?.
Como nadie ha respondido estas preguntas y el Comisario Etchecolatz
sigue revistando graciosamente en la categoría de “sospechoso” cabe inferir que
al fiscal lo mueve una imperiosa necesidad de echar tierra sobre el asunto no
vaya a ser que por apresuramiento pise alguna augusta callosidad.
Algo debe oler a podrido, no en Dinamarca, más bien en La Plata ya que,
si bien no parece haber ningún interés en avanzar en esta causa se ha buscado,
de manera reiterada, presionar a Etchecolatz para que no siga adelante pidiendo
la investigación profunda y hasta sus últimas consecuencias de la desaparición
del Sr. López.
Me cabe el derecho de decir esto- que se intenta acallar al Comisario
Etchecolatz- cuando todos saben que sistemáticamente se le impide, pese a su
crítico estado de salud y a sus ochenta y cinco años de edad, acceder al
arresto domiciliario; o cuando se le niega, invariablemente, la posibilidad de
visitar a su esposa en su lugar de residencia ya que ella no puede desplazarse
hasta Marcos Paz debido a su delicada salud, secuela de un atentado terrorista.
Quisiera terminar este escrito con las palabras, ¡será justicia!; pero
esa es una frase que suena a joda en la Argentina de hoy.
JOSE LUIS MILIA
josemilia_686@hotmail.com
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