Gustavo Juliá. Periodista de Gualeguay
Nos
proponen jugar al juego del yo me callo tú te callas él se calla nosotros nos
callamos ustedes se callan. Desde arriba proponen el juego, abajo nosotros
agachamos la cabeza y decimos: Nada. Decimos Nada diciendo Miedo. ¿Por qué?
Y
si nosotros nada, entonces el juego sigue, los de arriba toman valor al ver
nuestra “valentía en el arte de arrugar”, y apuran el juego hasta empujar
nuestras fichas hacia el final del tablero del: nos callamos todos… Probemos,
total, hay gente que se golpea el pecho en acto de contrición y se coloca el
silicio en la parte que más le duele… al otro, y grita la jaculatoria de
democracia en un programa de radio dentro de un espacio cedido “gentilmente”,
mientras se encomienda todas las mañanas al rezo de la oración tirana que el
cura de la religión pagana nos hace repetir: el silencio es salud el silencio
es salud el silencio es salud amén.
Democracia
es otra cosa. Lo sabe usted. Lo sé yo. La diferencia es que mientras muchos
callan de pensamiento palabra obra y omisión, otros pocos se animan y dicen y
hacen y se niegan a callar. Y pagan las consecuencias de NO venderse por un
arbolito de navidad.
Imaginemos
¿quiénes se benefician con el silencio de todos? A ver… piense.
¿Quién
se imagina usted que sale beneficiado en el mundo del yo Estado hablo hasta por
los codos y a vos querido mío te cierro los caminos para el decir?: ¿los
políticos corruptos, o la familia de clase media que paga sus impuestos? ¿El
funcionario de los chanchullos, o el changarín al que le escatiman los aportes?
¿El juez que transa con los políticos y ciertas bandas de delincuentes, o el
ladrón de gallinas que se come el garrón de 10 años de prisión efectiva? ¿El
policía coimero, o el que se rompe el lomo para salir adelante arriesgando su
vida por 5.000 pesos? ¿El docente que abusó todo el año de las licencias y al
que el modelo lo premia con una banca en el Consejo Deliberante, o el pibe que
debió esperar un año más para terminar el profesorado, hasta que el de la
licencia se dignó a tomarle examen?
¿Quiénes
andarían a sus anchas por la vida ante la mudez de las críticas y el silencio
de los que deben informar? ¿No se le ocurre?… vamos, hágame el esfuerzo de
pensar un poquito.
Sin
un periodista dispuesto a meter la nariz en lo recóndito, para informar o
mostrar lo que otros se esmeran en esconder, el camino se le allanaría a los peores.
No cabe duda.
Sin
un escritor dispuesto a contar lo que la mayoría calla, el futuro encontraría
triunfantes a los apretadores del silencio.
Uno
puede elegir. La cobardía del silencio o la dignidad de no agachar la cabeza. Elige la dignidad de enfrentar la mentira con
la verdad, o ser funcional a los que sin escrúpulos nos roban la esperanza y la
libertad. Porque de eso se trata, de la dignidad y las agallas de pelear por la
libertad, que no es solo suya ni mía, es NUESTRA.
Hace
un tiempo… recuerdo que me reuní para hablar un buen rato con el Periodista
Gustavo Juliá, hombre orquesta dentro del Canal 2 de Gualeguay.
Gustavo
conduce el noticiero (conducía debo decir ahora para decir lo correcto)… y
además es el responsable de la programación del canal de cable más importante
de Gualeguay. Responsable desde hace muchos años de que un canal de ciudad que
ha crecido con esfuerzo y con talento, tenga una gran variedad de programas
realizados por vecinos de Gualeguay. Con Gustavo nos juntamos un fin de semana
y como él estaba con poco tiempo, la charla fue en el estudio del canal. Cerca
del mediodía, y Gustavo estaba de bermudas y remera, solo, pintando los
decorados brocha en mano.
Días
antes, mientras yo caminaba temprano por la costanera, muy temprano, lo había
cruzado mientras él, cámara en mano, esperaba para alguna nota en un lugar
remoto y en una hora demasiado temprana.
Así
se vive el periodismo en el interior del país: un día con la brocha otro día
con el micrófono. Se llama vocación. Se llama ganas. Se llama tener la camiseta
puesta. Que es lo que finalmente trasciende la pantalla. Es lo que el público
nota ni bien prende la tele y elige. En los pueblos, lejos muy lejos del
glamour de los grandes medios nacionales, y lejos muy lejos de las millonarias
sumas contractuales de las ciudades poderosas, es la vocación, esa pasión por
hacer, lo que mueve a un periodista más que el dinero. Pero obviamente hay que
comer y hay que pagar las cuentas.
A
pulmón. En ese día, yo le comenté mis pensamientos sobre la importancia de la
libertad del periodista. Hablamos sobre las dificultades para ejercer la
profesión en una ciudad donde uno está todo el tiempo conviviendo con los que
debe criticar, con los que les dan publicidad, o con aquellos a los que uno
debe indagar.
Claro
que es más sencillo para un periodista de Gualeguay criticar a Menem que
husmear en los números del último carnaval. Y menos comprometedor criticar a
Obama que objetar desde un noticiero la enésima contratación directa del señor
“hagoloquesemecanta”.
Porque
luego hay que salir a conseguir la entrevista, y luego hay que salir a vender
publicidad y hay que aguantarse que el Estado te castigue quitándote arbitrariamente
la pauta oficial, o remoloneando a la hora de permitirte tirar un cable para
que el abonado te pueda ver… y ahí, la libertad se termina. Premio para los que
se vuelven oficialistas y mudos… castigo para los que plantan bandera y dicen:
desconfío.
Y
hay que comer todos los días y el anunciante se te puede enojar si un día vos
contás una verdad que él prefiere callar. Y al dueño de la radio lo pueden
apretar con los papeles de la licencia y a la dueña del diario la pueden
reprender quitándole la pauta que no es dinero de los EleEtadoSoyYO sino que es
dinero de todos nosotros.
Entonces
la cosa cambia. Porque ya no es mi libertad de callar o de decir sino que es la
violencia del poderoso para hacerme callar por las buenas o por las malas. Una
cosa es que yo decida, y otra muy distinta es que me lo impongan.
Imaginemos
ese mundo que algunos sueñan: todos haciendo silencio.
Radios
mudas, diarios en blanco, libros vacíos. Una señal de tele que pasa un torneo
de curling. O todos hablando de la importancia de Mozart en la venta de pana
roja para las butacas de los teatros.
Un
triste mundo monocorde. El aburrido lugar donde a todos se nos obliga por miedo
a callar. El lugar pacíficamente violento, donde unos imponen el pensamiento
único por arrebato, y deciden el silencio de los otros.
Eso
no es democracia hermano. Lo sabe usted y lo sé yo.
Tal
vez no lo entendamos hoy. Tal vez no lo veamos mañana… pero al final del
camino, el tiempo se tomará la revancha de mostrarnos la sociedad peor que
dejamos hacer entre todos, entre el periodista cómplice que no se plantó ante
el atropello hacia su colega, entre el empresario con agallas solo de bolsillo,
y entre el público manso al que un día le quitaron la libertad de informarse y
se encogió de hombros en lugar de exigir libertad.
Triste
es ver que la generación que tenía la gran oportunidad de cambar la historia,
terminó eligiendo el camino oscurantista del apriete, del miedo, de los
castigos, de los acuerdos espurios por debajo de la mesa…que sin razones,
eligieron la opción de la fuerza para atarnos la libertad. ¿Tiene miedo?, lo
comprendo, pero sepa que sólo cuando nosotros dejemos de ser cobardes, ellos
dejarán de hacerse los valientes.
No
es por Gustavo, es por todos.
Horacio R. Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Ríos
2 comentarios:
Excelente nota, gracias.!!!! Me emocione,gracias, la verdad agradecida.Como amiga te lo agradezco !!! Un abrazo !!
Horacio muy buena tu expresión, creo que en Gualeguay la mayoría se calla por miedo a lo que hará hacer el señor “hagoloquesemecanta”... soy socio del Tiro Federal Gualeguay... y el Sr. “hagoloquesemecanta” avasalla nuestra libertad....todo por beneficio de el y sus "seguidores" y sicarios del mal-hacer...para sacarlos de la carcel cuando los agarran... Por Gustavo y por la Libre-Expresion..
Camji2005
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