jueves, 7 de noviembre de 2013

Presos Políticos de Argentina


Tucumán, fin de juicio

El cachetazo que recibí me despabiló. Si albergaba ingenuamente alguna esperanza puedo decir que ya no más. Este año crecí.

Aprendí que en un instante se me puede colar entre los dedos lo que creía seguro en mis manos.

Sentí el frío inhumano de la cárcel, como un garrote que sacuden los perversos sobre los escarmentados.

Entendí que cuando se avasallan sistemáticamente los derechos de un solo ciudadano, las instituciones que deberían resguardarlos no valen nada. 

Ahora sé que mientras el Estado se maneje discrecionalmente sin respetar los procedimientos legales, la Argentina es un país con más de cuarenta millones de habitantes, pero sin ciudadanos.

Me conmovió profundamente la situación que les toca vivir a nuestras familias. Sobre todo la de algunos de nuestros compañeros, que soportan con estoicismo el drama de ver como empeora la salud de sus padres en la cárcel.

Lamento que hayamos llegado a este punto. Estamos en manos de personas frívolas que banalizaron el sistema judicial. Lo vaciaron hasta dejarlo en las condiciones que ya conocemos.

A pesar de todo, también comprendí que la esperanza de cambio está en nosotros. Todos podemos gritar lo que pensamos y sentimos; dejar que nuestras pasiones y nuestros ideales alcen vuelo.

Amigos, estoy seguro de que todos cambiamos. Ya no esperamos, salimos a buscar lo que deseamos. Queremos un país para todos, exigimos la legalidad que le garantice la libertad a nuestros padres, queremos paz.

Vamos a tener todo esto porque la causa que militamos es amplia y generosa. Comienza en nuestros padres y abraza a cada argentino.

Trabajemos para que el final del juicio sea un nuevo comienzo.

Alejandro Palomo 

hijo de un Preso Político

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