Dos y dos.
Dos tarjetas de
amigos que se fueron. Y dos tarjetas de amigos que aún están. Aunque en
realidad, estar… están todos.
En cualquier
momento, una tarjeta de papel barato con foto carnet y plastificado berreta, es
apenas eso. Pero en las muy malas… una tarjeta de papel barato, foto carnet y
plastificado berreta con un cartel que dice Visita y otro que aclara Amigo…
significa muchas muchas cosas.
Significa haber
pensado en el otro. Significa haberle dedicado tiempo al otro. Significa
haberse sacrificado por el otro. Significa… estar con el otro.
En las buenas
casi todos. En las malas muy pocos.
Esa es la ley de
la traición en la que yo no creo.
Como antes
Julio… ahora Raúl. “Don Scheller” le decía yo desde mi más sincera y respetuosa
civilidad. Como antes Julio, ahora se fue Don Scheller, Marino, y se fue peleando
hasta el último aliento. Contra la enfermedad y contra un Régimen que lo
sentenció a muerte. El lunes al mediodía me asomé tras la puerta de la terapia
intensiva pero no me animé a entrar. Tantos años y tantas muertes aún no me han
curtido de espanto.
Recé desde la
puerta. Adentro, dos médicos lo atendían detrás de un biombo.
Se fue Don
Scheller. Marino, un caballero del que nunca escuché un mal modo, el que nunca
perdió la compostura ni su don de gente, aún estando en una situación tan vulnerable
de encierro, de dolor… y sufrimiento.
Un abandono de
parte del estado, una indiferencia social inexplicable, y un encono de parte de
la justicia que lo persiguió hasta la muerte, me hicieron descreer para siempre
de nuestra República, de la democracia y sus poderes. Nadie me lo contó. Yo lo
viví.
Don Scheller fue
uno de los miles de Presos Políticos que tuvo y que tiene mi Argentina. A don
Shceller lo persiguieron con especial ahínco durante una década. Don Scheller
andaba de cárcel en cárcel, de hospital en hospital, a los tumbos con su salud,
abandonado a su suerte.
Aún recuerdo el
día en que me enteré que lo habían trasladado desde el Penal en el que estaba
detenido hacia un hospital de Buenos Aires. Llegué muy temprano un día de fin
de semana. Abrí la puerta y sus huesos casi sin carne sonrieron agradecidos. “Hola
Horacio… mirá cómo estoy”, me dice mostrándome su esqueleto. Era verano, y
Scheller llegó deshidratado al Hospital Fernández después de un tortuoso
deambular por hospitales del conurbano, en una camioneta del Servicio
Penitenciario que ni siquiera tenía un asiento decente. Alguien le sacó una
foto en pantalón corto, pensando lo peor. Pero lo peor aún no llegaba.
Con encono
incomprensible, el Régimen Kirchnerista se ensañó con él, y solo lo liberó
cuando ese Estado soberbio y despiadado supo que su salud era irreversible.
Don Scheller sin
embargo nunca perdió sus buenos modos, ni su don de gente, nunca se olvidó de
un “gracias” o un “por favor”.
Ni el Régimen ni
los dolores profundos lo doblegaron. Esa ha sido su victoria.
Protagonista de
los violentos años 70, cuando la Patria asaltada por el terrorismo pasó lista,
Don Scheller dijo Presente para defenderla!! Mientras la mayoría gritó miedo.
Pasaron los años,
y los terroristas de los 70 volvieron por la venganza. Raúl Scheller sufrió
estoico la persecución y el encierro por aquello… mientras casi todos gritaron
indiferencia.
Tuve el honor
que Don Scheller me aceptara en su mesa de encierro, compartir café y charlas,
y que me despidiera tras cada visita con un “adiós amigo, gracias por la visita”.
Tengo la tranquilidad de no haber abandonado nunca la lucha para verlo libre. Y
aunque en esto de la libertad nos ganó el destino, ambos sabemos que no nos doblegaron.
CAPITÁN DE NAVÍO RAUL SCHELLER,
hasta siempre Soldado, descanse en paz… un abrazo enorme y gracias por
todo.
Horacio R. Palma
3 comentarios:
Doy fe que así fue
Que en paz descanse. Que Dios lo tenga en sus brazos. Mis respetos a sus familiares.
Otro que se va con la frente en alto, con todo honor soportando el menosprecio de quienes solo lo odiaron porque su prestancia de hombre de bien los hacian mas cobardes y ello lo sabian y eso era lo peor para ellos. Sin conocerlo una oración loo hará más querido, descansa en paz.
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