Un vendaval furioso se
incrusta en la ventana. La tormenta de anoche, esmerada de viento y agua, la
tiene contra la mañana de domingo. Los diarios asumen que al kirchnerismo se le
agotaron los tiempos…yo asumo que a nosotros se nos agotaron las ganas.
Después de una semana en
cama, lo primero que hice hoy ni bien pude dar dos pasos por mis propios
medios, fue ir a visitar a un amigo que está en la unidad coronaria de un
hospital. La tristeza de un hospital en domingo, se asemeja y mucho a los ojos
tristes de una mujer que sufre.
Me calcé la bata, me
lavé las manos, me puse el barbijo y caminé entre camas ahítas de sufrimiento. Recé
por cada uno de ellos. Llegué hasta los pies de la cama de mi amigo. Le vi los
ojos de susto y la cara de resignación, como si encerrara en sí mismo el
compendio de la Argentina. Le hablé de bueyes perdidos, le dije que todo va a
salir bien, rezamos juntos… y luego me volví envuelto en mis miedos y en mis
fantasmas.
En la puerta del
hospital, un hombre duerme arrebujado entre cartones…sin saber que el país
lleva diez años de éxitos, ni que el dólar trepa un nuevo récord. La
matriz diversificada con inclusión social… es apenas un eufemismo con el que
tal vez muera esta noche sin siquiera darse cuenta.
Apuro el paso… me subo
el cierre de la campera hasta el mentón, cruzo la avenida y me meto en el auto…un
vendaval furioso se incrusta en la ventana. La tormenta de anoche, esmerada de
viento y agua, la tiene aún contra este mediodía de domingo. Los diarios asumen
que al kirchnerismo se le agotaron los tiempos…yo asumo que a nosotros se nos
agotaron las ganas.
Horacio R. Palma
Escribidor contumaz....
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