Llevo
los días felices dentro del corazón. Los tristes, clavados en el alma. La gente
suele decirme que se me notan.
El
invierno, que perdió definitivamente su batalla contra este pegajoso y
endemoniado agosto…me ha cargado una gripe que no se quita ni con remedios de
seis laboratorios, y unos labios fugaces me han dicho: tranquilo, te espero.
En
tiempos donde los progres de la tele aconsejan que los términos hombre mujer
travesti o dios sean utilizados como sinónimos de la nada, aquí me tiene la
vida a contramano, llamando a las cosas por su nombre, que es algo mucho más
difícil que andar queriendo llamar a las cosas por lo que no lo son.
Mucho
Gre Gre para decir Gregorio se quejaba mi abuelita, la gorila, que era una
militante en eso de decir las cosas por su nombre. Sin eufemismos. Sin esos
disfraces dialécticos que ciertos papanatas utilizan para esconder realidades
grandes como casas.
Y
este pseudo progresismo que nos gobierna a caballo de un gobierno corrupto y
descarado, ha horadado las piedras fundamentales de los Valores y las Instituciones
hasta convertirlas en polvo. Y su trabajo de machacar y machacar va dando resultados…
han hundido en el fango a la biblia con el calefón, amparados en un pueblo cada
vez más esclavo de su ignorancia.
Las
cosas por su nombre, Horacio Zaratiegui, Horacito, me enseñó hace muchos años
el camino de la lucha contra la injusticia incipiente. Nos encontramos en una
hermosa confitería de calle Juramento… Sálvame María recuerdo que se llamaba. El
prefirió cerca de la estación del tren que lo traía de zona norte. Los Presos
Políticos de Argentina se contaban entonces con los dedos de nuestras manos,
pero Horacito sabía que la cosa recién empezaba y le intrigaba saber por qué
también me preocupaba a mí. Y desde esa mañana de sábado lo quise con el alma.
Inteligente, buen tipo, luchador, padre baboso y orgulloso de sus mellis,
siempre dispuesto y siempre luchando por la causa de los Presos Políticos.
En
el 2008 Horacito se fue quemando naves…y su dolor me quedó clavado en el alma,
una puñalada que sangra dolorosa.
Horacito
llamaba las cosas por su nombre. A los
cobardes les decía cobardes. Se fue un 23 agosto Horacito, fecha cara también
pues es el aniversario de la muerte de un Soldado “de los de antes”. Soldado Valiente,
como pocos: Argentino del Valle Larrabure. Un grupo terrorista llamado ERP, lo
secuestró, lo tuvo más de un año cautivo, lo torturó, y hasta que un día lo
ahorcaron y lo tiraron en una zanja. Así era la Argentina que hoy ya nadie
quiere recordar. El relato ha contado todo patas para arriba, y los asesinos de
Larrabure hoy son honrados por el Estado, mientras el ejemplo de Larrabure,
Soldado mártir, es un ejemplo que se esconde.
Horacito
Zaratiegui y Argentino del Valle Larrabure… dos dolores profundos de agosto que
sangran y duelen en el alma.
Las
cosas por su nombre: “Cuando dejemos de ser cobardes, ellos dejarán de hacerse
los valientes” escribió Horacito… la sentencia exacta, es la llave necesaria
para cambiar el trágico destino que nos espera.
Buen
fin de semana para todos…
Horacio R. Palma
Escribidor contumaz
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