De izq. a der.: Dr. José María Sacheri, Sandro Dal Bosco, Gonzalo Fernández Cutiellos
Javier
llega unos minutos tarde. Su cara aniñada, su barba desprolija, su camisa
arrugada. Su libretita de apuntes ilegibles. Es periodista, es escritor. Está
casi a mitad de camino entre los 20 y los 30 años. Hurga en historias
policiales, mete mano en la espesura de ciertas historias de muertes muy
violentas. Indaga en los por qué de cierta violencia desatada sin explicación.
Como
periodista escribe en suplementos y revistas para jóvenes de los diarios más
importantes del país. Como escritor ha ganado un premio por sus relatos de
policiales negros. Su libro “Sangre Joven. Matar y morir antes de la adultez”,
fue editado por TusQuets Editores tras haber sido premiado en un festival de
Novela Negra. En el jurado que lo premió, curiosamente estaba Raúl Argemí, un
integrante de la agrupación terrorista ERP- 22 de agosto (Ejército
Revolucionario del Pueblo) con varias muertes en su espalda.
Nos
saludamos, sabemos que contamos la historia de los años 70 desde veredas
distintas, pero a poco andar la charla, nos confundimos abrazados en mitad de la calle.
Ha
sido la semana del 24 de marzo. La semana en que varios tratan de entender o
explicarse el origen, los por qué de tanta violencia entre argentinos y
argentinos.
La
semana anterior, yo había escuchado a María Luján Bertella. La mujer, hoy de 55
años, fue llamada como testigo ante el tribunal especial que juzga por cuarta
vez a los mismos militares presos y condenados por lo mismo. La causa ahora se
llama Esma unificada. María Luján da testimonio en el juicio. Se la nota
incómoda. Por momentos se la nota ofuscada. No la dejan decir en libertad. No la
dejan responder a sus anchas: “Yo fui víctima, en primer lugar, a los 15 años, de Montoneros. A los 21 años
fui víctima en la Esma. Y en el exilio, tras recuperar mi libertar, fui víctima
de muchos integrantes de organismos de derechos humanos que me hicieron sentir
la dificultad de presentarme como sobreviviente de la Esma… en París estábamos
permanentemente en contacto con Madres de Plaza de Mayo, y ellas me preguntaban
“¿y vos?... así con esa cara.. ¿qué hiciste para salir y mi hijo no?”
María Luján Bertella. Testimonio Causa Esma
María
Luján Bertella es profesora universitaria y milita en el Pro. Tiene una visión
superadora de la historia argentina que la tiene a ella como varias veces
víctima. No la llaman mucho ni le preguntan demasiado, pues María Luján se
niega decir lo que le dictan. Se sienta frente al tribunal y les pregunta para
qué la llaman a declarar. “Si los militares están presos, si están condenados a
cadena perpetua, ¿para qué la llaman?. No entiendo por qué la citación me la
hace una organización de derechos humanos y no el tribunal… veo que hay muchas
víctimas que no han sido reparadas, son los muertos que mató el terrorismo y no
veo que el Estado esté buscando reparación para esas víctimas…no creo que estos
juicios le den reparación a la mamá de Paula Lambruschini…”
Y
a María Luján ya no la dejan seguir. O no quiere.
Y
sí, la Argentina tiene un montón de porqués sin respuesta… Javier, que se
pregunta desde su profesión y desde sus veintipocos años… María Luján que se
pregunta tras haber militado en organizaciones terroristas y tras haber estado
detenida en la Esma y tras haber estado exiliada con su pareja militante que
durante mucho tiempo no dejó que declarara sus porqués.
Es
sábado… en la misma esquina en que hace unos días me encontré con Javier, me
encuentro ahora con Sandro. El día está precioso. El sol bendice las calles de
Buenos Aires después de tanta lluvia. En el bar, los mozos desperezan el día
acomodando sillas, abriendo sombrillas, pasándoles un trapo a las mesas. El
olor a café recién hecho, las medialunas intactas en las bandejas y los diarios
del día acomodados prolijamente en una repisa, esperan.
Nos
sentamos en un lugar retirado, Sandro tiene poco tiempo, mañana se vuelve a Miami,
donde vive hace muchos años. A Sandro le cortaron la infancia en dos partes.
Hasta los nueve fue toda felicidad, y luego todo tragedia. Fue una mañana de
octubre de 1975… era temprano, se despertó sobresaltado ante los estruendos…
corrió hasta la cama de su hermano, lo zamarreó, bajó las escaleras, salió a la
vereda, ve a su madre que cae mientras intenta correr hacia la esquina, Sandro
corre descalzo a toda velocidad, llega hasta el auto en que minutos antes había
subido su padre, el Ingeniero Reynaldo Dal Bosco (Rino)… el auto que es un
montón de agujeros, el motor parece que va a estallar… su padre está muerto, su
custodio también y ambos sobre el acelerador apretado hasta el fondo. Alguien los
saca de los pelos y lo lleva hasta la casa de un vecino. Sandro recuerda con
dolor aquél día, y aún sueña el llanto de su madre encerrada en la soledad de
su cuarto… y busca aún hoy, el porqué de tanta violencia desatada. Montoneros
se adjudicó el asesinato del empresario joven y de su custodio. Y justificaron
tanta muerte en tres renglones.
Llega
José al bar, lo invité porque José también está llenos de porqués. El volvía de
misa con su familia una mañana de diciembre, apenas dos meses después de lo del
papá de Sandro. En el auto viajaban su papá, su mamá, sus seis hermanos y tres
amiguitos. Un auto que se estaciona junto a ellos y un tiro en la nuca al
profesor Sacheri. José iba adelante con su hermana. Todos terminan bañados en
sangre y empapados en dolores que nunca tendrán reparo. El Erp 22 de agosto, el
mismo que premió el libro de Javier Sinay sobre muertes desbocadas y sin
respuestas, se adjudica el asesinato del Dr. Carlos Sacheri, filósofo. Como
parece que a los muchachos del Erp las letras les tiran un poco más, se toman
tiempo y ganas para relatar el “acontecimiento”. Era diciembre y era 1975.
Al
fin llega Gonzalo. Se para junto a la mesa en que desayunamos las mejores
medialunas del barrio de Belgrano, y pide perdón por la tardanza. Los presento,
y le pido a Gonzalo que cuente su historia. Su hermano Horacio murió un 23 de
enero de 1989, cuando durante el gobierno de Alfonsín un grupo del Movimiento
Todos por la Patria tomó el cuartel de La Tablada. Entraron a matar o a morir.
Horacio era el segundo jefe y resistió varias horas. Luego se supo que su
heroica resistencia en la jefatura, impidió los planes demenciales de un
terrorismo que vaya a saber por qué, decidió volver, tantos años después, a
instalar sus verdades de muerte.
Los
por qué de Gonzalo tampoco han tenido respuesta. Nunca. Las Víctimas como
ellos, como sus padres como sus hermanos, tampoco han tenido reparación ni
justicia. Curioso es que María Luján Bertella se lo pregunte frente al tribunal
especial que la llamó para un juicio que es más circo que juicio. Y así, Javier
Sinay como periodista, María Luján Bertella como miembro de un grupo
terrorista, Sandro dal Bosco como hijo de un ingeniero asesinado por el terrorismo,
José María Sacheri como hijo de un profesor asesinado también por el terrorismo
y Gonzalo Fernández Cutiellos, como hermano de un Soldado caído en combate
contra terroristas que atacaron al gobierno de Alfonsín, llenaron de porqués mi
semana.
Ninguno
tiene respuestas… y tal vez nadie las tenga nunca. Un libro que se editó esta
semana, al menos repara un poco la memoria de los otros muertos de Argentina.
“Los otros muertos” se llama el libro escrito por Victoria Villarruel y Carlos
Manfroni.
Los
muertos que mató el terrorismo en Argentina, esos que no han tenido respuesta a
sus porqués ni reparación alguna… al menos ahora tienen un libro que cuenta el
dolor de los olvidados.
Horacio R. Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Rios
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