sábado, 15 de marzo de 2014

Estrenando otoño



Me critican y mucho, por adelantar el otoño en palabras. Por despedir el verano con tanta anticipación, como si uno cometiera pecado mortal al apartarse de la rigidez de ciertas convenciones de los almanaques.



 “Che, no seas mala onda, todavía no llegó el otoño!”
De todas maneras, el tiempo sol del febrero tiempo terminó dándome la razón… las noches que llegan con anticipo, las mañanas que retardan su luz y este lugar del mundo que vuelve tímidamente al reencuentro de todo ese abrigo que mandó a  hibernar en verano.
Hay todo un rebaño, sin embargo, que no capitula ante la convenciones de las estaciones. Es el rebaño inmenso que prefiere el estoicismo imberbe de cantarse de frío, solo porque el almanaque acusa 15 de marzo y no 29. Son militantes férreos de las fechas y no te sacan el abrigo de la bolsa con naftalina, hasta que verano termina en los papeles. Se los reconoce fácil, son todos los que en éstos días andan aventando esos mocos que se han ganado a fuerza de terquedad.
Yo soy de los otros. Si tengo frío el 22 de enero, me las ingenio de alguna manera, navego contra viento y “María”, y revuelvo los estantes y desato las bolsas que esmeradamente ella ha atado con dos nudos, hasta que encuentro un buzo.
Mi hermano menor me carga. Dice que ya estoy viejo… algunos amigos también. Tal vez sea cierto que, a pesar de mi pensar jovial, en los huesos y en éste tipo de actitudes esté inaugurando oficialmente sin saberlo, mi entrada en la vejez primera. 
Si me pinta el otoño en los días, yo lo recibo con los brazos abiertos aunque aún sea verano. Tal vez las hojas no estén cayendo en torrencial cascada desde los árboles, ni veamos aún alfombras de bronce en el pasto o sobre las veredas, pero al verano se le piantaron sus días de calor desde principios de febrero, como si se hubiesen rebelado contra natura.
Días y noches. Mañanas y atardeceres. Fríos y calores. Así se escurre la vida aunque la hagamos música o la pintemos de poesía.
Y así me gusta contar la vida esfumarse, porque de lo contrario debería caer en contarla dese la barbarie de un país que se miente una realidad que le es ajena.
Una turba ha decidido cortar un puente para protestar sus derechos avasallando el derecho de los otros, a los que no les importa.
A veces los buenos y los malos se prestan los disfraces. Antonio Raúl Lezcano anda en moto justo allí. Tiene una pierna ortopédica que le prestó una fatalidad de las tantas de su vida. E intenta pasar entre la turba para llevar al hospital a su esposa embarazada. Los buenos, o los malos, vaya uno a saber, lo arrancan de la moto, lo tiran puente abajo. Lezcano boca arriba, pierna destruida, pide ayuda. Pero los buenos, o los malos, vaya uno a saber, pasan por encima de su dolor y de sus gritos de socorro. Un día más en el país de los buenos, o de los malos, vaya uno a saber. A pocas cuadras de allí, en un barrio de exclusiva clase media, los vecinos gritan indignados la enésima muerte de un chico que se ha criado con ellos en el barrio. Que ha estudiado en el país de los buenos, o de los malos, vaya uno a saber y que anoche lo mataron con dos balazos para robarle lo que no se llevaron. Marcos Laranga es un muerto más entre los días que pasan entre mañanas y noches. "Esto es matar por deporte... esto es lo que ganamos en la década ganada, ahora si me permiten, tengo que ir a hacer los trámites en la cochería..." dice Javier, hermano de Marcos, el kinesiólogo asesinado en Lanús... los medios se ponen nerviosos y cortan y editan cuando la bronca popular se tiñe de cierto “fascismo”. Bobos, ya les brotará el “fascismo” de la bronca cuando maten uno de sus hijos en esta ruleta rusa de violencia que vive este país de los buenos, o de los malos, vaya uno a saber.
Y así puede uno pasarse contando los días, entre muerte y muerte. Entre desvaríos y bochornos. Entre corrupción y el decoro que ya se fue, pareciera que para siempre, mientras los que mandan juegan Sudoku con el culo en la banca pero la cabeza en Puerto Madero.
Yo elegí hoy, contar la vida hablando de mañanas y de noches. De inviernos y de veranos y de otoños en primavera. Elegí hoy hablar del sol y de la luna… que esta también hablar de nuestras vidas. Quien sepa leer entre líneas, sabrá encontrar realidad en la poesía de los que cuentan mejor. Hay una canción en inglés que canto desde chico. Fue lo primero que hice traducir, pues la melodía me había cautivado. La canción fue escrita por los hermanos Gibb… “En la mañana cuando la Luna descansa, Me verás en el momento que más amo, viendo los arco iris jugar en la luz del sol… Charcos de agua helada de una noche fría en la mañana. Es la mañana de mi vida. Durante el día me encontraré contigo como antes. Me encontrarás esperando cerca del mar, construyendo castillos en las arenas errantes. En un mundo que nadie entiende, En la mañana. Esta es la mañana de mi vida… En la noche te llevaré volando hasta la luna…hasta una esquina del techo de mi cuarto, donde nos quedaremos hasta que el sol brille, Otro día para hamacarnos en las sogas de colgar la ropa. Puedo estar bostezando, Es la mañana de mi vida…”
Uf, me encantan los Bee Gees. También la vida se cuenta con poesías similares alrededor del mundo. 
En los finales de este último febrero, vio por última vez el sol desde su Punta Ballena el genial Carlos Páez Vilaró… yo tengo guardada entre las hojas de los libros que releo, su “Ceremonia del Sol”. Palabras llenas de poesía, de vida, de nostalgia, de amor al lugar de uno en el mundo, de sabiduría ante una existencia finita… Paéz Vilaró termina con éstas palabras su genial Ceremonia… : “…Chau Sol…! Cuando en un instante te vayas del todo, morirá la tarde. La nostalgia se apoderará de mí y la oscuridad entrará en Casapueblo. La oscuridad, con su apetito insaciable penetrando por debajo de mis puertas, a través de las ventanas o por cuanta rendija encuentre para filtrarse en mi atelier, abriéndole cancha a las mariposas nocturnas. Chau Sol…! Te quiero mucho…Cuando era niño quería alcanzarte con mi barrilete. Ahora que soy viejo, sólo me resigno a saludarte mientras la tarde bosteza por tu boca de mimbre. Chau Sol…! Gracias por provocarnos una lágrima, al pensar que iluminaste también la vida de nuestros abuelos, de nuestros padres y la de todos los seres queridos que ya no están junto a nosotros, pero que te siguen disfrutando desde otra altura. Adiós Sol…! Mañana te espero otra vez. Casapueblo es tu casa, por eso todos la llaman la casa del sol. El sol de mi vida de artista. El sol de mi soledad. Es que me siento millonario en soles, que guardo en la alcancía del horizonte…”
Las mañanas se van… llegan las tardes y el sol da su ronda infinita de amaneceres y atardeceres. La vida pasa y yo intento atraparla con palabras. Y entre los premios lindos que da el escribir, esta semana me quedo con uno que recibí al caer una tarde: "hola Horacio!! hoy recibo un llamado de una señora mayor a la cual quiero muchísimo… ella me comenta de tu nota en el diario y poco después comienza a leerlo... su voz se quebró y yo no podía contener mi llanto no puedo leerlo más xq siento que traspasa mi corazón y remueve toda mi vida. Sin dudas que tomé tu nota como mi premio, que me siento muy feliz por este regalo y quiero agradecerte con el alma el haber bailado esa noche conmigo!!! graciassss besos Pipi." Escribir tal vez no importe… pero mientras sirva para algo, aquí estaré… a pesar de los otoños.

Horacio R. Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Ríos


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