Apareció Fidel Castro después de tanto tiempo. Y
apareció enfundado en sus años, en sus huesos gastados, en su piel curtida de
muerte y balas, y en una campera bien del imperio… Tommy Hilfiger azul.
Los
revolucionarios se han ido gastando en las piedras duras de la realidad que
grita miseria y desabastecimiento, en países ahítos de tesoros naturales y de
tierras fértiles para los alimentos, mientras un grupo selecto vive a cuerpo de
rey, cerca de las mieles egoístas de los tiranos.
Pero
las fortunas inmensas gastadas en mentir relatos color rosa, logran en muchos
mirar con cierto cariño algunas dictaduras de izquierda y tomarlas como ejemplo
de romanticismo.
En
éstos lares, los revolucionarios de ayer que no bajaron de Sierra Maestra sino
que se subieron al pedestal a costa de esquilmar las arcas del Estado, debaten
hoy cómo combatir el golpe institucional del tomate. El tema tomó casi como una
cuestión de Estado pero… (siempre hay un pero decía Binóculo), ni siquiera en
cómo combatir el precio del tomate se ponen de acuerdo dentro del gabinete de
la señora que sigue ausente.
Que
lo importamos de Brasil… que no lo importamos nada. Mientras tanto, uno de los
dólares de los tantos que andan circulando por las calles de Argentina, pasó
largamente los diez pesos, mientras otro de los dólares que impone el Estado se
ha estacionado cómodamente por encima de los 8 mangos.
En
éste país, con éstos dirigentes. El que apuesta al dólar no pierde… nunca.
Porque se pone a salvo de los desmanejos de una casta necia que ha sabido
hacerse varias veces millonaria a costa de la corrupción y de la impunidad.
Y
por más que nos hablen con el corazón, nosotros tenemos la bendita costumbre de
responder con los bolsillos. Que es el órgano que más nos duele a los
argentinos.
Nada
nos molesta ni nos irrita tanto, como cuando nos tocan los bolsillos.
Ni
el orgullo ni la dignidad nos puede tanto como el bolsillo. Pueblo pobre de
valores.
Como
si nada anda la gente en éste enero gastando el papel pintado de varios rosas.
Tenemos billetes de 100 de todos los colores y con dibujitos a elección. Una
maquinita que imprime papel y lo pinta a tiempo completo, escupe billetes sin
respaldo… total después la culpa es del tomate.
El
golpe institucional del tomate le ganó esta semana la pulseada en las noticias
a la madre y el padrastro que mataron, quemaron y tiraron a un arroyo a
Priscila, la hija de eso que nadie debería llamar madre. Una madre criminal, en
sus cabales o no, no basta para el fiel reflejo de lo que somos como sociedad.
Locos y criminales hay en todos lados. Lo que sí nos pinta la realidad es cómo,
vecinos y Estado no pudieron reaccionar a tiempo.
Y
trascartón, un rayo cae en medio de la temporada en Villa Gessell y desata otra
tragedia más… y van… le robo aquí la frase a Gabriel Dreyffus, un reconocido publicista
de argentina: “Había un Presidente con fama de mufa, pero el río no tenía
pirañas, y en el mar los rayos no fulminaban a la gente. Además, no había
inflación y un peso valía un dólar… también dicen que era corrupto, si lo era…
después aprendimos que era un pichi”.
Así
es… cuando nadie piensa que podríamos estar peor, zácate!
Claudio
Alferi tenía 58 años y vivía en Carapachay, una localidad del partido de
Vicente López en el gran Buenos Aires.
Sus
vecinos, a pesar de estar acostumbrados al desorden y la mugre en la casa de
Alferi, llamaron a la policía el pasado jueves, pues los malos olores se hacían
insoportables, y a Claudio hacía tiempo que no se lo veía.
La
policía de Buenos Aires entró finalmente a la casa que parecía un pequeño
basural.
Efectivamente
encontraron el cadáver de Alferi, como sospechaban sus vecinos, pero además y
para sorpresa de todos, los policías encontraron sentada a la mesa… a la madre
de Claudio, fallecida hace diez años.
Claudio
Alferi según los forenses, había fallecido hace un mes atrás, y su cadáver estaba
junto con el de su madre, muerta hace diez años. Margarita Aimar de Alferi
quién, según relata la policía, se encontraba envuelta en bolsas, sábanas y
frazadas, como en un estado de momificación natural.
Sentado
en otra silla, muerto, Claudio. Como en una vieja película de terror… y para
terminar en comedia la tragedia, en el momento que la policía científica
llevaba el cadáver momificado de la madre hacia el vehículo de traslado, la
cabeza se les cayó de la camilla y terminó rodando por la calle…Claro que un
loco y ermitaño no basta para el fiel reflejo de lo que somos como sociedad.
Locos y acumuladores de basura hay en todos lados. Lo que sí nos pinta la
realidad es cómo, vecinos y Estado no pudieron reaccionar a tiempo.
La
cabeza de la madre de Alferi rodó por la calle de Carapachay pues la policía
acudió con equipamiento de tercer mundo, pero en realidad, aquí en Argentina
nunca ruedan cabezas.
Nunca.
Los responsables siempre se las ingenian para pactar impunidad.
Nuevos
jueces nombrados mientras el pueblo está ensimismado gastando el papel pintado
en algún lugar de la Costa Atlántica: El abogado de Boudou, El abogado de las
madres de Plaza de Mayo, El abogado de Felisa Miceli
Así tienen a los viejos, Presos Políticos de Argentina, en el Hospital de Mendoza
Como
para perder las esperanzas de justicia.
El
Modelo habla de justicia y habla de derechos humanos… hace unas semanas viajé
desde Gualeguay en una Traffic. Junto a mí subió una señora mayor que se
quejaba a cada paso por sus 83 años. La abuela de pronto comenzó a pedirle al
chofer que parara, pues se estaba “haciendo encima”. El chofer paró, con un
asistente ayudaron a la abuela a que pudiera hacer pis a un costado de la ruta.
Cuando subió, se sentó y me repetía que ya estaba vieja… 83 años pensaba yo, si
la abuela supiera la situación de muchos de su edad.
En
aras de los derechos humanos, muchos penales de país están atestados de ancianos
como la señora que se hacía encima. El gobierno los persigue por haber
combatido al terrorismo en los años 70. Fueron enjuiciados y condenados en juicios nulos, pero
la venganza no resulta tal si no quedan encerrados en cárceles que no están
preparadas para contener a gente muy mayor con enfermedades crónicas.
Los
Presos Políticos de Argentina están abandonados a su suerte en cárceles que no
tienen estructura para alojar viejos ni enfermos. El gobierno les prohibió la
asistencia en los hospitales de sus obras sociales. Ha sofisticado su venganza,
conforme el placer de su odio. Más de 200 presos políticos han muerto, muchos
sin asistencia médica.
Un
grupo de cínicos amparados en la democracia, tal vez no baste para el fiel
reflejo de lo que somos como sociedad. Tiranos y terroristas hay en todos lados.
Lo que sí nos pinta la realidad es cómo, ciudadanos y Estado, no hemos sabido
reaccionar a tiempo.
Más
allá de las noticias… hay un pueblo encogido de hombros, y un estado ausente.
Horacio R. Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Ríos
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