sábado, 25 de enero de 2014

El desatino nuestro de cada día...

A veces las personas superan a los gobiernos. Otras muchas, las personas se ven superadas cuando llegan a gobernar.


Gobernar es poblar dicen que dijo el gran Alberdi. Ya lo pensaba Sarmiento en épocas en que se discutía entre civilización y barbarie. Ya sabemos la opción que ganó.
Ahora la política es distinta. Ahora gobernar es regalar. Quienes nos gobiernan están convencidos de que el populismo es crecimiento y desarrollo. Creen ciegamente en que disfrazar con planes la pobreza nos exime de trabajar duro para llegar a ser un país serio.
Es otra concepción de país. 
La presidenta, que ahora al menos sale un poco de su escondite para que no la crean ausente, para que no la crean desaparecida, se enfunda de blanco y se asoma al balcón... no, al balcón de afuera no. No la busque allí que no la va a encontrar. Es que como los tiempos no están para espacios abiertos ni para baños de realidades espontáneas, mejor organizamos un mitin con los chicos de La Cámpora que son incondicionales y se aguantan cualquiera.
No voy a decir que son “ideotas” porque sería mentir...  pero sí me animo a decir que son el espejo “necesario” en el que se mira y se habla ella... espejito espejito ¿quién es la  mejor presidenta de la “historea”?...vos morocha vos. “Graceas...graceas...”
Planes para todos y para todas… y te lo anuncio florido, te lo anuncio distinto. Te anuncio el populismo como si te anunciara un plan de largo plazo para un cambio de fondo de un país potencia: Planes para los hijos del neoliberalismo. Para los chicos que ni estudian ni trabajan. Los de La Cámpora, a la cola por favor.
No... para Máximo y para Flor no, ellos están salvados, son hijos del sol y de la luna. Planes para los jóvenes que no tienen trabajo ni estudian, algo muy “raro” en una Argentina que lleva una década ganada en la inclusión. Pero bueno, alguno habrá.
Del gobernar es poblar, al gobernar es regalar. Hace 100 años, la Argentina te daba oportunidades. Y uno con ellas progresaba solito.
A ésa Argentina llegaron nuestros abuelos. Llegaron a laburar de sol a sol. A luchar y luchar para salir adelante. Y salieron adelante e hicieron de la Argentina una potencia.
Hasta que los políticos descubrieron el rédito de la demagogia. Y luego Perón… y después ya fue tarde.
Ahora, el Estado te da un plan de 600 pesos y arreglate.
Cristina Capitana...tal vez de la “historea”... Tal vez del titanik. Hasta ayer los que ahorrábamos en dólares éramos narcos y golpistas, hoy Cristina Capitana parece que  cambió de antojo... ahora sí la desvela el tipo de “cambeo”.
Tal vez en estos meses de ausencia, abrió una de sus cajas fuertes para sacar dólares para su nuevo hotel en Calafate... otro más... y entonces, digo… tal vez… le vino un ataque culpa, de culpa digo porque la sinceridad te la debo para la próxima década, cuando tengamos que salir a pagar los platos rotos de la ganada y ya ningún peronista recuerde que era Kirchnerista de primera fila y aplaudidor a tiempo completo.
De narcos y golpistas, a ciudadanos quemados mil veces con la leche derramada del populismo emisor de papeles pintados, que buscan empatarle a la inflación.
El gobierno nos acusa de narcos y golpistas hoy, y mañana nos invita a la mesa de la amistad. Una brújula a la izquierda por favor.
Bátman y Robin anuncian el fin del cepo cambiario, pero cuando lo explican evitan entrar en detalles. Entonces suponemos que hay sapo encerrado en el cepo liberado.
Robin Kicillof no aguanta, no puede con su mal genio de chico “bian” de la cole, y terminado el anuncio oficial vuelve sobre sus pasos, toma el micrófono, y escupe su bronca por haber tenido que dar el brazo a torcer.
Así de insolentes. Así de desprolijos. Si Kici...la culpa siempre es del otro. Pero no del gobierno anterior porque ahora sí que no te conviene, sino del anterior del anterior del anterior, de cuando vos Kici ibas al jardín de infantes, el Coqui gobernaba su Chaco de miseria y Cristina triunfaba como abogada exitosa y arquitecta egipcia, junto a su compañero Menemista Néstor, que comparaba a Menem con Sebastián El Cano.
Siempre la culpa es de otro. Aquí nadie fue...nunca.
Y si no que lo diga La Solís, que  un día radiante de verano gualeyo se despertó, como cada mañana desde los anales de la historia, miró en derredor, se refregó los ojos gastados, sintió un fresco extraño sobre su cuerpo y…. se dio cuenta que le habían sacado el techo y la habían pintado como el trencito de la alegría.
La cosa es pareja. Aquí no se salva nadie de los antojos de los de arriba. No te respetan ni aunque seas lugar histórico. Te dormís, y si se le antojó al jefe, vos aparecés pariente de Piñón Fijo.


Alguien, en algún escritorio fresco de una oficina oficiosa de otra oficina oficial, decidió un día que La Solís debía ser repintada según las ganas de algún maestro mayor de sobra. Y ahí fue, con las ganas intactas y la sinrazón como estandarte.
Yo, que tengo en mi escritorio una foto querida frente a la Solís con mis hermanos varones, cuando vi su cambio de look en los medios, casi me corto las venas con un libro de Vico.
Fui a constatar en el lugar, lo que mis ojos no creían. Paré como mil veces frente a la Solís y escribí un cartel para la foto histórica.
Y sí, Histórica… pues era obvio que alguien con dos dedos de frente mandaría a repintar la vergüenza de la metida de pata.
Esta semana iré al Museo Ambrosetti, pues después de haber sido testigo del desatino en La Solís, tengo miedo de que tal vez hayan aprovechado la intimidad de las cuatro paredespara pintar también de colores nacionales y populares las piezas de la historia que guarda el museo. Quién te dice.
Menos mal que al cráneo que se le ocurrió volcarle pintura de colores a La Solís, no tuvo a mano un cuadro de Quirós, o algún manuscrito de Juanele, Amaro Villanueva, Veiravé, Manauta o Mastronardi...que si no.
Árboles de navidad en el mástil de la bandera que acompaña a San Martín, calles que de la noche a la mañana cambian de nombres célebres por nombres ensombrecidos de corrupción, lugares históricos que se modifican pintan y repintan de la noche a la mañana según las ganas de un funcionario de turno, dan la pauta de una cierta irresponsabilidad en el manejo de lo público.
O lo que es peor, una cierta tiranía en el cuidado de lo que es de todos.
A veces, las personas superan a los gobiernos. Otras muchas, las personas se ven superadas cuando llegan a gobernar.
Y por éstos lares… hasta ahora… el desatino de los que nos gobiernan sigue siendo impune. Que deje de serlo, solo depende de nosotros.

Horacio R. Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Ríos


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