A veces las personas superan a los gobiernos. Otras
muchas, las personas se ven superadas cuando llegan a gobernar.
Gobernar es
poblar dicen que dijo el gran Alberdi. Ya lo pensaba Sarmiento en épocas en que
se discutía entre civilización y barbarie. Ya sabemos la opción que ganó.
Ahora la política
es distinta. Ahora gobernar es regalar. Quienes nos gobiernan están convencidos
de que el populismo es crecimiento y desarrollo. Creen ciegamente en que
disfrazar con planes la pobreza nos exime de trabajar duro para llegar a ser un
país serio.
Es otra
concepción de país.
La presidenta,
que ahora al menos sale un poco de su escondite para que no la crean ausente, para
que no la crean desaparecida, se enfunda de blanco y se asoma al balcón... no,
al balcón de afuera no. No la busque allí que no la va a encontrar. Es que como
los tiempos no están para espacios abiertos ni para baños de realidades
espontáneas, mejor organizamos un mitin con los chicos de La Cámpora que son
incondicionales y se aguantan cualquiera.
No voy a decir
que son “ideotas” porque sería mentir...
pero sí me animo a decir que son el espejo “necesario” en el que se mira
y se habla ella... espejito espejito ¿quién es la mejor presidenta de la “historea”?...vos
morocha vos. “Graceas...graceas...”
Planes para todos
y para todas… y te lo anuncio florido, te lo anuncio distinto. Te anuncio el
populismo como si te anunciara un plan de largo plazo para un cambio de fondo
de un país potencia: Planes para los hijos del neoliberalismo. Para los chicos
que ni estudian ni trabajan. Los de La Cámpora, a la cola por favor.
No... para Máximo
y para Flor no, ellos están salvados, son hijos del sol y de la luna. Planes
para los jóvenes que no tienen trabajo ni estudian, algo muy “raro” en una
Argentina que lleva una década ganada en la inclusión. Pero bueno, alguno
habrá.
Del gobernar es
poblar, al gobernar es regalar. Hace 100 años, la Argentina te daba
oportunidades. Y uno con ellas progresaba solito.
A ésa Argentina
llegaron nuestros abuelos. Llegaron a laburar de sol a sol. A luchar y luchar
para salir adelante. Y salieron adelante e hicieron de la Argentina una
potencia.
Hasta que los
políticos descubrieron el rédito de la demagogia. Y luego Perón… y después ya
fue tarde.
Ahora, el Estado
te da un plan de 600 pesos y arreglate.
Cristina
Capitana...tal vez de la “historea”... Tal vez del titanik. Hasta ayer los que
ahorrábamos en dólares éramos narcos y golpistas, hoy Cristina Capitana parece
que cambió de antojo... ahora sí la
desvela el tipo de “cambeo”.
Tal vez en estos
meses de ausencia, abrió una de sus cajas fuertes para sacar dólares para su
nuevo hotel en Calafate... otro más... y entonces, digo… tal vez… le vino un
ataque culpa, de culpa digo porque la sinceridad te la debo para la próxima
década, cuando tengamos que salir a pagar los platos rotos de la ganada y ya ningún
peronista recuerde que era Kirchnerista de primera fila y aplaudidor a tiempo
completo.
De narcos y
golpistas, a ciudadanos quemados mil veces con la leche derramada del populismo
emisor de papeles pintados, que buscan empatarle a la inflación.
El gobierno nos
acusa de narcos y golpistas hoy, y mañana nos invita a la mesa de la amistad.
Una brújula a la izquierda por favor.
Bátman y Robin
anuncian el fin del cepo cambiario, pero cuando lo explican evitan entrar en
detalles. Entonces suponemos que hay sapo encerrado en el cepo liberado.
Robin Kicillof no
aguanta, no puede con su mal genio de chico “bian” de la cole, y terminado el
anuncio oficial vuelve sobre sus pasos, toma el micrófono, y escupe su bronca
por haber tenido que dar el brazo a torcer.
Así de
insolentes. Así de desprolijos. Si Kici...la culpa siempre es del otro. Pero no
del gobierno anterior porque ahora sí que no te conviene, sino del anterior del
anterior del anterior, de cuando vos Kici ibas al jardín de infantes, el Coqui
gobernaba su Chaco de miseria y Cristina triunfaba como abogada exitosa y
arquitecta egipcia, junto a su compañero Menemista Néstor, que comparaba a
Menem con Sebastián El Cano.
Siempre la culpa
es de otro. Aquí nadie fue...nunca.
Y si no que lo
diga La Solís, que un día radiante de
verano gualeyo se despertó, como cada mañana desde los anales de la historia, miró
en derredor, se refregó los ojos gastados, sintió un fresco extraño sobre su
cuerpo y…. se dio cuenta que le habían sacado el techo y la habían pintado como
el trencito de la alegría.
La cosa es
pareja. Aquí no se salva nadie de los antojos de los de arriba. No te respetan
ni aunque seas lugar histórico. Te dormís, y si se le antojó al jefe, vos
aparecés pariente de Piñón Fijo.
Alguien, en algún
escritorio fresco de una oficina oficiosa de otra oficina oficial, decidió un
día que La Solís debía ser repintada según las ganas de algún maestro mayor de
sobra. Y ahí fue, con las ganas intactas y la sinrazón como estandarte.
Yo, que tengo en
mi escritorio una foto querida frente a la Solís con mis hermanos varones, cuando
vi su cambio de look en los medios, casi me corto las venas con un libro de
Vico.
Fui a constatar
en el lugar, lo que mis ojos no creían. Paré como mil veces frente a la Solís y
escribí un cartel para la foto histórica.
Y sí, Histórica…
pues era obvio que alguien con dos dedos de frente mandaría a repintar la
vergüenza de la metida de pata.
Esta semana iré
al Museo Ambrosetti, pues después de haber sido testigo del desatino en La
Solís, tengo miedo de que tal vez hayan aprovechado la intimidad de las cuatro
paredespara pintar también de colores nacionales y populares las piezas de la
historia que guarda el museo. Quién te dice.
Menos mal que al
cráneo que se le ocurrió volcarle pintura de colores a La Solís, no tuvo a mano
un cuadro de Quirós, o algún manuscrito de Juanele, Amaro Villanueva, Veiravé, Manauta
o Mastronardi...que si no.
Árboles de
navidad en el mástil de la bandera que acompaña a San Martín, calles que de la
noche a la mañana cambian de nombres célebres por nombres ensombrecidos de
corrupción, lugares históricos que se modifican pintan y repintan de la noche a
la mañana según las ganas de un funcionario de turno, dan la pauta de una
cierta irresponsabilidad en el manejo de lo público.
O lo que es peor,
una cierta tiranía en el cuidado de lo que es de todos.
A veces, las
personas superan a los gobiernos. Otras muchas, las personas se ven superadas
cuando llegan a gobernar.
Y por éstos lares…
hasta ahora… el desatino de los que nos gobiernan sigue siendo impune. Que deje
de serlo, solo depende de nosotros.
Horacio R. Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Ríos
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