No
eran mis familiares
No
eran mis camaradas
Pero
me indignó la ilegalidad y la historia contada por la mitad.
Agarré
un día mis palabras y las hice indignación
Pregunté
dónde estaban. Pregunté cómo entrar. Y marché hacia un penal, donde para llegar
había que penar entre calles mal curadas y pozos hacia el centro de la tierra.
Miro
hacia atrás… han pasado casi diez años.
Adentro,
dos Policías presos tomaban mate. Era Marcos Paz.
Dos
Soldados encerrados por la chusma. Dos visitas llegamos con lo único que se nos
ocurrió: Facturas.
Un
preso común condenado a 20 años, barría el enorme salón de visitas vacío.
Por
entonces, la venganza comenzaba a dar sus primeros pasos y los presos políticos
en cárceles comunes se contaban con los dedos de una mano. Y sobraban dedos.
Aquella
mañana fría de invierno salí del Penal con más indignación de la que entré.
Afuera,
el mundo seguía en sus cosas.
La
ilegalidad de adentro me indignó. El silencio de los de afuera me asustó.
Indagué.
Consulté. Escribí. Presenté en público el primer libro de un Preso Político
ante el escarnio de una prensa que por entonces creía que se hacía justicia…
sonrío, ahora también fueron por la prensa.
Allí
donde preguntaba me mandaban silencio… “esto se arregla con unos pocos presos”,
recuerdo que dijo un general con tono de suficiencia que años después entregó
un listado enorme para ganarse su prisión domiciliaria que aún conserva. El sí
que arregló sus cosas.
El
único que me vaticinó la verdad fue Horacio Zaratiegui: “No se dan cuenta que van
a ir por todos”.
Luché
contra la mudez.
Escribí
contra ella indignado.
Dios
me dio vida para ver cumplida la profecía de Horacito. Han ido por todos.
No
abandoné nunca las visitas
No
dejé nunca de ir a gritar a la plaza.
Escribí
siempre con mi firma y mis limitaciones la otra mitad de la historia y denuncié
la ilegalidad de los cirkos. Solo yo cargué con las consecuencias.
Es
poco. Pero es algo.
Un
día me enojé y pregunté a los que desde la injusticia de los suyos, me mandaban
a silencio: ¿Les rompe las pelotas?
Ahora
escucho más ruido. Me gusta
Salir
a la calle y gritar. Me gusta
Lo
cambiamos nosotros, o no lo cambia nadie. Eso ponele la firma.
Nos
son mis familiares
Nos
son mis camaradas
Pero
es mi Patria y es mi historia
Y
quiero vida, para ese día en que se abran las rejas y los vea salir en
libertad, ahora ya con las calles más sanas.
Ese
día va a llegar. Lo sé. Y quiero estar ahí, no en primera fila sino en la
última. No para la foto sino para el alma. No para que me digan gracias (jamás
lo permitiría)… sino para poder mirar a mis hijos a los ojos sin bajar la
mirada.
Y
para irme a dormir por las noches, sin los fantasmas de la conciencia sin paz.
Que
así sea.
Horacio Ricardo Palma
1 comentario:
Cómo me siento identificada con todo lo que decís. Además no somos capaces de dejar todo por acompañar a los familiares. Yo por ejemplo no fui el lunes 7 a Tribunales. Tuve que acompañar a una nieta que estaba enferma. Me dolió tanto no poder estar ahí. Gracias por todo lo que hacés. Mil gracias, por más que sé que no te gusta porque das todo de corazón.
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