domingo, 22 de septiembre de 2013

El día en que casi matan al General Bignone y su familia

En la foto, cómo quedó el auto de mi padre que estaba en el garaje.

Cada 13 de junio, se cumple el aniversario de un hecho relevante en mi vida.
Recién casada, a las 5.30 de la mañana del 13 de junio de 1978, recibí un llamado de mi padre. Me dijo, - Cristina, no te asustes, estamos todos milagrosamente bien pero nos acaban de volar la casa con una bomba -.
A partir de ese momento me ganó la angustia, el tratar de llegar pronto a Castelar desde Palermo en una madrugada de espesa neblina. Recuerdo haber llegado a la casa de mis padres desesperada por comprobar que mi familia estuviera realmente bien. Y fue un milagro porque se les cayó la pared de la cabecera de la cama sobre ellos (la esterilla amortiguó el impacto de los escombros) y a mi hermano la onda expansiva le corrió la cama y en el hueco donde habría tenido que estar él, cayó todo el contenido de un placard que estaba en garaje y que lindaba con su habitación. Aclaro, mi hermano es discapacitado mental (eufemismos de hoy en día, con capacidades diferentes). Mi hermana, por suerte, había dormido en lo de una amiga. Tuvimos que desalojar rápidamente la casa porque corría peligro toda la estructura. Prácticamente hubo que hacerla de nuevo. Gracias a Dios, el colectivo, repleto de gente, que pasaba todos los días por la esquina, ese día se atrasó. La onda expansiva llegó hasta Morón.
Qué pasó? Un ataque terrorista! Por qué? Porque mi padre es militar. Quiénes fueron? “Los románticos jóvenes idealistas” que asolaron el país en los ‘70, muchos de los cuales, ya peinando canas y haciendo gala de su defensa por los derechos humanos, hoy nos gobiernan.
Mi familia pudo haber muerto. ¿Quién se acordaría de ellos hoy? Nadie. Simplemente porque, para la Argentina actual, las víctimas del terrorismo no existen.
Como mi padre sobrevivió seguimos sufriendo ataques. Por qué camino? Nada más y nada menos que por el Judicial. Diez años preso sin juicio ni condena no bastan. La calumnia constante, no basta. La mentira, no basta. Los juicios donde el enjuiciado está condenado de antemano no basta.

Ojalá, algún día, por el bien de todos, el país pueda conocer la verdadera historia y así poder mirar hacia adelante y construir un país realmente en serio, pujante y, sobre todo, en paz.

Cristina Bignone

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