sábado, 13 de abril de 2013

18 A ... o el éxito de decir BASTA


"Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad." 
Bertolt Brecht



No que hay que dar por el pito más de lo que el pito vale, decía mi abuelita, que vaya a saber cuánto sabía de pitos.
Lo mismo pienso yo al observar la oposición política que tiene el régimen que nos gobierna. Esta oposición timorata y dividida, resulta y de hecho ha resultado más funcional al régimen que nos gobierna, que al medio país que se agita disconforme.
Una oposición que hasta ahora no ha podido, no ha querido… o no ha sabido estar a la altura de las circunstancias… una oposición a la que una y otra vez las circunstancias nuestras de cada día, cada vez más graves y exasperantes, la sorprende dividida hasta el infinito o preocupada en sus propias mezquindades. Claro que a fuerza de ser sinceros, tampoco nosotros como sociedad nos hemos mostrado a la altura de ninguna de las circunstancias políticas de los últimos 30 años del país.
Una sociedad que le teme más a las lluvias torrenciales que a los regímenes populistas y totalitarios, es una sociedad que en cierto modo se merece su destino de tragedia.
Una sociedad que consiente encogida de hombros, a presidentes y presidentas y a funcionarios y funcionarias enriquecidos o enriquecidas hasta la obscenidad tras el paso por la función pública, es una sociedad que se mereces en cierta medida su destino de miseria.
Una sociedad que embelesada vota a un mitómano que con sombrero de paja bajo el sol radiante del Caribe afirma, confiando en el fanatismo ciego de un pueblo amedrentado por la miseria, que el hombre dios le habla y lo aconseja a través de un pajarito chiflador, es una sociedad en cierto modo cómplice de su trágico destino.
Democracia es otra cosa. No es el pensamiento único ni el perseguir a los que opinan distinto ni rehuir al debate de lo que nos importa a todos. Ni es el destrato, ni las mayorías automáticas ni los eternizados en el poder. Democracia es otra cosa. No es atropellar libertades, ni dejar de admitir preguntas. No es la prepotencia del poder ni el atropello de las instituciones pensadas para que nadie pueda inclinar definitivamente la balanza hacia su lado y para siempre.
Hace diez años, los quejosos eran pocos. Porque las quintitas de los muchos aún estaban al resguardo de las ganas de los que esgrimen el poder con antojo y no con patriotismo. Políticos millonarios que viven a cuerpo de reyes en países tullidos de pobreza. Sinvergüenzas amparados en la impunidad.
Pasó el tiempo y los antojos del régimen comenzaron a parecerse a la gula. Y llegó el vamos por todo y las sospechas dejaron de ser sospechas. Cayó la máscara, y el maquillaje ya no cubre con tanta prolijidad la verdadera intención.
Ahora los quejosos han despertado desde los cuatro costados. Mejor así.
En América Latina, esa que los regímenes totalitarios llaman ahora pomposamente Patria Grande, apropiándose de un concepto que no les pertenece, está repleta de regímenes populistas y totalitarios que se han quedado con el Estado. En algunos casos con abiertas dictaduras como en Cuba, y otros, con un sistema democrático que apenas es maquillaje.
Muere el inmortal y el régimen trabaja a destajo para hacerlo mito. No consiguen embalsamarlo, pero consiguen pomposo funeral. El hombre que muere y el régimen que se empeña en hacerlo dios.
Así las cosas en éstos lares cada vez menos patria y menos grande. Y el régimen que necesita perpetrarse, que no es lo mismo que seguir gobernando. Porque nadie diría mucho ni diría fuerte sobre un gobierno democrático que, en la razón de ser democrática, confía en el recambio antes que en la eternización.
Nadie diría mucho ni diría fuerte si los kirchneristas tuvieran cada período un candidato. El tema con los regímenes cada vez más totalitarios que se esparcen por éstos lares, es que en nombre de una democracia en la que no creen, pretenden el poder a cualquier precio.
Bajaron las aguas, pero no la tragedia. Y aún así, con las víctimas de las inundaciones todavía en recuento, el régimen pasó a lo que en verdad le importa. Y anunció su próximo zarpazo: Democratizar la justicia. Y sí, el título es mejor que su título en versión original: Ajusticiar la democracia.
La misma que en 2.007 vociferaba las bondades de achicar el Consejo de la Magistratura, ahora pega un salto en el aire y se contradice. Por aquellos años en que la gula kirchnerista se conformaba con apenas una parte de las instituciones democráticas, Néstor agarró el micrófono para despotricando apretar: “Cada miembro del consejo de la magistratura le cuesta  a usted, ciudadano, 70 mil pesos solo en asesores”, decía él, justo él… que se llenó los bolsillos vaciando los ajenos.
El populismo autista aplaudió. Y la complicidad de una sociedad ajena ni siquiera emitió un ay!. Ahora la gula del régimen va por todo. Y hasta el mismísimo Julio César Strassera habló indignado… “La Presidenta en una megalómana que no tiene vergüenza”, disparó el ex fiscal del juicio a las Juntas Militares. “Ella misma (dijo en oportunidad de modificarse el Consejo de la Magistratura en 2007 que era un órgano elefantiásico, y redujo los miembros para ahora aumentarlos", expresó y agregó que “se pretende hacer de la Justicia un apéndice del Poder Ejecutivo, como lo es el Congreso”.  “No le tengo ningún respeto a la Presidente, ni el más mínimo respeto (…) Lo único que podemos hacer es inundar las calles para que se den cuenta".
Strassera, al que nadie podrá tratarlo de golpista, siguió su diatriba con interesante indignación: “El Sr. Pichetto carece de vergüenza, que fue menemista, duhaldista y ahora kirchnerista, es un hombre carente de principios. Alak tiene la cara de piedra. Fue al Consejo de la Magistratura a presionar a los consejeros para que nombren a una jueza cristinista en el fuero Contencioso Administrativo. Le queda grande el puesto…”
Bien, por fin el régimen ha mostrado las cartas todas sobre la mesa. La democracia le importa poco y está confiado en quedarse para siempre y hará lo que tenga que hacer.
Cuando alguna vez levanté la voz para criticar la manera en que este gobierno violentaba la justicia para hacer venganza con los militares que habían vencido al terrorismo, los indignados eran pocos. Pero la naturaleza del escorpión es así. Y quien viola en lo poco viola en lo mucho. Y lo mismo que hizo en lo poco ahora quiere hacerlo en lo mucho.
Las cartas están echadas. Don Henry Ford, el hombre que revolucionó la industria automotriz con su línea de montaje, solía explicar el éxito con la siguiente frase: "Reunirse es un comienzo; mantenerse juntos, un progreso, y trabajar juntos, un éxito".
La sociedad y la oposición argentina tienen la obligación de reunirse, de mantenerse juntas y de trabajar en conjunto para el éxito.
¿Cuál es el éxito que debemos conseguir?: Ponerle freno a un régimen voraz que intenta desmantelar la República. Decirle basta. Parece tan poco, pero lo es todo.

Horacio Ricardo Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Rios

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