sábado, 16 de febrero de 2013

14 de Febrero 1975. Combate de Pueblo Viejo contra el terrorismo internacional. Los Héroes Olvidados



 

Por el Tcnl ® Rodolfo Richter 
 Aniversario del Combate del Río Pueblo Viejo. (14/2/1975)
 Operación Independencia Palabras del Tcnl ® Rodolfo Richter Acepté este acto por dos motivos: El primero es que no soy insensible a los afectos y esto es como una mano muy grande y muy cálida que me da unas palmadas en el hombro. Y esa mano es la de mis camaradas. Es muy gratificante, me estimula y les estoy muy agradecido. El segundo motivo es que me brinda una oportunidad para rendir homenaje a los hombres que cayeron durante el transcurso de la Operación Independencia. Es justo y es necesario que lo hagamos. Es justo porque hay hombres que murieron en combate, heroicamente y que están siendo olvidados. Y es necesario hacerlo porque el país atraviesa por una crisis de valores y estos hombres encarnan valores que son un ejemplo no sólo para las Fuerzas Armadas sino para toda la juventud argentina. Tenemos un ejército que ha sido criticado, cuestionado y de algún modo juzgado y condenado por ciertos sectores. Es necesario fortalecerlo; de la manera que ahora y siempre, aquí y en cualquier lugar se fortalecen los ejércitos. No con el material bélico, ni con efectivos, ni con presupuestos. Tampoco con palabras mas o menos condescendientes de alguna prensa. Sino espiritualmente, con el ejemplo de la sangre derramada. Prefiero referirme solamente a un hecho del que fui actor y testigo preferencial y a un hombre al que vi morir heroicamente en combate a mi lado: el Teniente 1º Héctor Cáceres. Cáceres no murió de casualidad o porque tuvo mala suerte. Cáceres murió porque fue a desafiar al peligro. No fue el desafío de los arrogantes sino de alguien que creía que ese desafío era inevitable de acuerdo a la misión impuesta y a los valores que había que defender. El combate de Pueblo Viejo tuvo lugar entre la autodenominada “Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez” Fui herido en la primera parte del combate cuando chocaron las puntas de infantería. Grité: ¡Cáceres estoy herido! Creí que sería rescatado cuando nuestro avance progresara. Pero no, Cáceres vino directamente hacia donde yo estaba en un pequeño claro de monte. A mi no me tiraban seguramente pensando: para que vamos a delatar la posición tirándole a uno caído. En cambio a Cáceres, cuando se tiró cuerpo a tierra a mi lado, le dispararon desde unos 20 o 30 metros y lo mataron. No dijo nada al morir; no necesitaba decir nada, su acción lo había dicho todo. Tuve la suerte de combatir y también de presenciar acciones que enaltecen el espíritu humano. Ese día ningún soldado murió o fue herido. Eso fue la consecuencia de aquella intención de que los oficiales y suboficiales marcharían mas adelante de lo que marca la doctrina. Cáceres no fue el único hombre que acudió en mi ayuda. Hubo otro más y a él le debo la vida. Hace treinta años mi madre le dijo: “Gracias por salvar la vida de mi hijo” y él no sabía donde ponerse. Me estoy refiriendo al General Grandineti. En aquel momento el Capitán Grandineti apareció con su helicóptero... Creo que una medida prudente hubiera sido no bajar. Pero Grandineti bajó lo mismo. Seguramente hizo un cálculo respecto a los riesgos y al combustible. Yo llegué a descubrir, más adelante, que lo de Grandineti no fue sólo valor. El tiene una gran sensibilidad por el dolor ajeno. Por eso bajó. Los que combatimos allí nunca nos creímos mejores que nadie, tampoco peores, cometimos errores técnicos y tácticos, al menos yo.

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