martes, 27 de octubre de 2009

Los chicos como rehenes... (Archivos Tiempo Nuevo - Bernardo Neustadt)



AL SERVICIO DE LA GENTE

La mudanza

A principios de 1988 tuve que decidir entre las propuestas laborales de los dos canales privados: el 2 y el 9. Héctor Ricardo García me ofreció un lugar en su canal apenas se enteró de que me habían echado de Canal 13. Unos días más tarde Alejandro Romay hizo lo mismo. Tiempo Nuevo debía ser mudado a la fuerza y yo tenía que decidir a dónde.

El 11 de enero de 1988 firmé contrato con García. Las condiciones eran las mejores que había tenido hasta ese momento: se me otorgaba absoluta libertad de acción y se establecía que las utilidades se repartirían en partes iguales, 50% para el 2 y 50% para mí. Al poco tiempo García me ofreció, además del programa, hacer una columna en el noticiero.

Con Tiempo Nuevo tuve suerte, trabajé cómodamente durante casi tres años; en cambio con la columna no tuve tanta. El 4 de abril de 1988 me obligaron a dejarla.
–¿Si me despidió el Presidente? –les dije a los televidentes–. No sé, puede ser. Ya el año pasado el gobierno me sacó de un canal oficial. No me extrañaría que sigan preocupados por lo que digo.

Y lo estaban nomás, esa misma noche una persona muy cercana a García me confió que la opción había sido clara:
–O lo saca a Neustadt del noticiero o le sacamos el canal.


Por amor a Juliana

Durante 1988 tuvimos a una invitada que le demostró a toda la sociedad argentina que en nombre de la ideología las personas pueden ser muy lastimadas.

Hacía años que Carmen y Pepe Treviño, periodistas como yo, tenían intenciones de adoptar un bebé. No existían posibilidades de que pudieran volver a concebir y querían tener otro hijo con todo el alma. Habían pensado que Camilo, su único hijo, se merecía la experiencia de compartir su infancia con un hermanito. Después de unos cuantos trámites, quedaron anotados en la lista de espera de adopción de un juzgado de menores. Lamentablemente su deseo no llegó a realizarse porque en mayo de 1977, después de una grave enfermedad, Camilo murió. Tenía tres años y medio.

A principios de 1978 el juez Gustavo Mitchell les informó que en la Casa Cuna los esperaba una bebita en condiciones de ser adoptada. El 30 de mayo de 1978 el matrimonio recibió formalmente la tenencia de la beba. Ese mismo día la inscribieron por orden del juez, como nacida el 20 de mayo a las cero horas en Capital Federal. Los doctores que la habían revisado en la Casa Cuna certificaban que la beba tenía aproximadamente diez días de vida. Cuando Carmen y Pepe la llevaron a su médico de cabecera, él concordó con sus colegas y les informó que tenían una hija sana y fuerte. A partir de entonces Juliana Inés creció feliz y rodeada de afecto junto a su nueva familia.

El 24 de octubre de 1979 tras el juicio correspondiente, el juez civil Mariano Grandoli les dio a los Treviño la adopción plena. Desde muy chiquita Juliana supo que era adoptada. Cada vez que Carmen la llevaba a visitar a alguien que había tenido un bebé, se acercaba a la nursery y le decía: "¿Ves? Así eras vos cuando te fuimos a buscar. Yo no te tuve en la panza, pero te tuve siempre en el corazón".

Ese mismo amor la llevó a Carmen, desde un principio, a investigar sobre el origen de su hija. Estábamos en los primeros meses de democracia y el problema de los excesos de la represión militar empezaba a tratarse abiertamente. Por aquellos días Carmen asistió a una conferencia donde se hablaba sobre personas desaparecidas y sobre los hijos nacidos en cautiverio. Fue entonces cuando esa mujer llena de amor y valor decidió ponerse en contacto con las abuelas de Plaza de Mayo para tratar de averiguar si Juliana era uno de esos chicos.

En enero de 1988 Juliana entró al Hospital Durand de la mano de su mamá adoptiva para someterse al análisis que comprobaría cuáles eran sus raíces. El 23 de junio a la noche los Treviño fueron informados de que el resultado indicaba que los padres biológicos de Juliana eran Liliana Clelia Fontana y Pedro Fabián Sandoval, desaparecidos en julio de 1977. Apenas se enteraron, los Treviño hablaron con "Abuelas" para encontrarse con la familia Sandoval–Fontana. Eso no fue posible porque el 24 a la mañana el juez federal de Morón, Juan Ramos Padilla los citó a todos en el juzgado. Esa misma noche con una celeridad impresionante Padilla resolvió que Juliana debía ser trasladada inmediatamente a la casa de los Fontana.

Durante un mes los Treviño guardaron silencio prudentemente y siguieron todos los recursos legales para que la Justicia les devolviera a su hija. Era inútil, el juez no quería escucharlos. Finalmente cuando se dieron cuenta de que no había ningún adelanto decidieron hacer público su sufrimiento. Convocaron entonces, a una conferencia de prensa en su casa para que la gente supiera lo que estaba ocurriendo. Me sentí profundamente conmovido. Inmediatamente me comuniqué con Carmen Rivarola de Treviño. En un momento de nuestro diálogo su voz se quebró y percibí entonces el drástico dolor que arrastraba esa madre. Repentinamente volvieron a mi mente algunas imágenes de mi niñez y me convencí de que tenía que hacer algo para que esa chica no fuera arrancada de quienes le habían dado tanto amor durante diez años. Por supuesto lo único que estaba a mi alcance era exponer públicamente mi opinión y abrirles a los Treviño las puertas de la radio y la televisión para que pidieran justicia.


Juliana, el tema principal en Tiempo Nuevo

Así fue que durante aquel mes de agosto de 1988 el caso Juliana se convirtió en el tema principal de Tiempo Nuevo.

El martes 2 Carmen juntó fuerzas y se presentó junto con su abogado para reclamar que le devolvieran a su hija. Era la primera vez que enfrentaba a las cámaras pero estaba firme, íntegra en su convicción de no bajar los brazos hasta conseguir que la Justicia abriera los ojos.

El martes siguiente decidimos invitar al juez Ramos Padilla y a Félix Lafiandra, abogado y profesor, experto en Derecho de Familia. Cuando Clara Mariño llamó al juez para proponerle que discutiera el caso Juliana en el programa, él respondió en forma insolente y tremendista. Con voz extraña y dura aceptó la invitación mientras deslizaba amenazas y agregaba que dudaba seriamente de que Lafiandra, e incluso Mariano Grondona, tuvieran el título de abogados. Después preguntó si lo cruzaríamos con Camps, alguien que nunca estuvo en Tiempo Nuevo, o si lo enfrentaríamos con Martínez de Hoz o con Alvaro Alsogaray para conseguir rating. Cuando Clara le hizo notar que le extrañaba su exagerada exaltación, Padilla respondió con un insulto. Me pareció realmente grave que un hombre que había dictado tantas sentencias, que había sido responsable de la vida y la honra de tanta gente, pudiera actuar bajo ese estado psíquico. Me comuniqué con él para decirle lo que pensaba e insistí en que el único objetivo de nuestra invitación era informar. Amenazó con juicios y escándalos y, cuando mi paciencia para escuchar sus agresiones superó el límite, simplemente le dije:
–Doctor, usted ha dejado de ser juez; le ruego que deje de ser guapo. Fue el final. Corté.

El martes 16 de agosto participó del programa la maestra de Juliana. El 23 decidimos que sus compañeras del colegio Argentina Modelo, acompañadas por sus padres, estuvieran en el primer bloque. Con la sencillez de sus diez años varias de ellas expresaron un deseo general, todos queríamos que Juliana volviera a su casa y a su familia. En el bloque siguiente hablamos con Carmen y su abogado, nos referimos a la información que hasta entonces manejábamos todos, hasta que en un momento le dije:
–Carmen, hay algo que varios sabemos pero que usted no quería hacer público, ¿quiere hacerlo ahora?
–Sí –contestó ella–, no tengo otra alternativa. Juliana debe estar con nosotros no sólo porque así lo indica la ley sobre adopción, sino por otra razón muchísimo más grave. Es una verdad que se me reveló recién hace quince días. Yo tengo que decir con todas las letras que Juliana no es hija de esa pareja de desaparecidos, y esto es tan grave, tan dantesco...
En ese momento intervino Mariano que no salía de su estupor.
–¿Es decir que los abuelos no son abuelos?
–No. No lo son. Esto comenzó cuando en enero la llevamos a Juliana a hacerse el análisis de sangre. En marzo me llamó la señora Mariani, de "Abuelas", y me dijo que esos análisis empezaban a aproximar a Juliana a esta pareja de desaparecidos –dijo Carmen mientras mostraba un folleto en el que aparecían las fotos de un hombre y una mujer–. Voy a leer esto que es una publicación oficial de "Abuelas": "Fontana–Sandoval. Bebe que nació en cautiverio a mediados de enero de 1978 (varón). El 19 de julio de 1977 fuerzas de seguridad, vestidas de civil, secuestraron en Caseros, provincia de Buenos Aires, a Liliana y a su compañero. La joven estaba embarazada de dos meses y medio". En cuanto me enteré de esto le dije a la señora Mariani que Juliana no podía ser hija de ellos porque nació en mayo. De la fecha de su nacimiento no cabe ninguna duda porque el 3 de junio de 1978 la revisó Fernando Mendilarzú, uno de los mejores pediatras del país, y le calculó quince días de vida. Antes de esto, los pediatras de la Casa Cuna le habían calculado diez días de vida, posteriormente, cumpliendo con todo lo que indica la ley, la llevamos para que la revisara un equipo de médicos forenses. Fue en julio. Los seis médicos coincidieron en que había nacido entre el 18 y el 20 de mayo. Cuando yo aporté estos datos me dijeron que a lo mejor parecía más chiquita porque estaba mal alimentada. El 24 de junio de 1988, cuando el análisis confirmó que Juliana era hija de la pareja, la señora de Mariani me dijo que habían descubierto que Liliana Fontana y Pedro Sandoval habían compartido un calabozo mientras estaban secuestrados. Esto daba la posibilidad de que ella hubiera perdido ese bebe por malos tratos y quedara nuevamente embarazada en agosto. De esta manera, el nacimiento en mayo coincidía. Yo, que había leído tantos horrores sobre aquella época pensé que podía ser. Lo acepté. Después un ginecólogo amigo me dijo que en esas condiciones era muy difícil que Liliana hubiera vuelto a quedar embarazada. Pero lo que más me hizo dudar fue la insistencia con que su familia aseguraba que ella había tenido su hijo en enero. Finalmente, cuando mi abogado accedió al expediente judicial, aparecieron allí varios testigos que habían compartido el cautiverio de Liliana. Ellos habían seguido ese primer embarazo que en julio ya llevaba dos meses, y la ven en agosto, y la ven en septiembre, y la ven en noviembre... Incluso, la hermana de Liliana declara que sabe, por otros testigos, que en diciembre se habían despedido de ella porque se iba a la ESMA a tener su bebé.
Se notaba que para Carmen era muy difícil relatar todo esto pero su emoción se volvió casi incontenible cuando se refirió al sufrimiento de su hija.
–Esto es terrible porque Juliana pensó que había encontrado su origen. Desde que empezó todo esto yo me aferraba al consuelo de haber encontrado su identidad. Pero ahora... Lo que ocurre es que durante dos meses Juliana fue engañada, se encariñó con una familia que no es la de ella. ¡No tiene sentido alguno que Juliana esté viviendo todavía en esa casa! Todo esto lo saben perfectamente los jueces. Hemos dicho siempre que Juliana nació en mayo y no hay médico que pueda equivocarse entre un bebe de diez días y una criatura de cuatro meses. ¡Es imposible! ¡Lo que está sucediendo es inhumano! Yo no quisiera haber dicho esto, pero nuestro silencio nos está dejando sin Juliana.

Esta fue la frase final de Carmen. Antes de cerrar el bloque yo me referí a todas las críticas que nos habían hecho por tratar el tema y aclaré que si en algo contribuíamos con la lucha de esa madre coraje, podíamos darnos el lujo de enfrentar cualquier cuestionamiento.

A la semana siguiente el juez Alejandro Sañudo, que había sustituido a Ramos Padilla, otorgó la tenencia de Juliana a los Treviño. Ese día Sañudo citó a los abuelos con quienes Juliana había vivido durante dos meses y a Carmen y Pepe para comunicarles su decisión. Cuando dejaron el juzgado era de noche, Carmen llevaba a Juliana dormida en sus brazos. Estaba feliz. El infierno había terminado... pero su lucha no. A pesar de devolverles a su hija, Sañudo acreditaba en su fallo el vínculo biológico que unía a Juliana con la familia Sandoval–Fontana.

En mayo de 1989 Carmen consiguió que la Cámara Federal ordenara una segunda pericia genética, era un análisis de ADN cuyo resultado sería concluyente porque no tenía margen de error. Recién en mayo de 1990 supimos que el nuevo estudio realizado en nuestro país, y confirmado en Estados Unidos y Francia, indicaba con absoluta certeza que Juliana no era hija de Liliana Clelia Fontana y Pedro Fabián Sandoval. El martes 22 de mayo de 1990 Carmen vino por última vez a Tiempo Nuevo para hablar de Juliana. Habíamos invitado también al juez Sañudo.

–Doctor –dije dirigiéndome al juez–, ¿usted recuerda las presiones de toda índole que soportó? Las madres y abuelas de Plaza de Mayo presionaron; a lo mejor con toda buena voluntad, eso lo voy a saber ahora si con el análisis en la mano admiten que se equivocaron. En este país alguien tiene que decir "me equivoqué", ¿no? ¿Cómo lo vivió en ese entonces?
–Yo no me voy a referir a la presión de las madres o abuelas de Plaza de Mayo, sino a la de muchos funcionarios que desde un cargo público utilizaron mal su poder. Hubo muchos que actuaron de una forma prepotente y se equivocaron muy feo.
–¿Y, Carmen?
–Creo, Bernardo, que es la primera vez desde que empezó todo esto que me estoy dando un poco por vencida. Voy a repetir lo que pasó en dos palabras para que se entienda bien. En pocas horas, el ex juez Ramos Padilla basándose en una pericia, que hasta el día de hoy los expertos no saben cuál es su verdadero alcance, y a pesar de que tenía en sus manos los medios para averiguar que había cuatro meses diferencia entre el nacimiento del hijo de Liliana Fontan y el nacimiento de Juliana, decidió que ella era hija biológica de esa pareja. Nosotros dijimos que esto era imposible pero nadie nos creyó. Después de haber luchado un año y medio... Usted no sabe lo que costó conseguir que se ordenara este estudio del ADN, que se hicieran las extracciones, que se mandara la sangre afuera y que llegaran los resultados. Ahora hay duda alguna de que Juliana no es hija biológica de esa pareja. Nosotros seguimos luchando para que la justicia lo declare formalmente, pero ésta es una verdad aceptada por todo el mundo. Y, sin embargo, en este libro que se publicó en abril, cuando ya se sabía el resultado de las pericias, siguen hablando de Juliana Sandoval Fontana. –Entonces Carmen abrió el libro que tenía entre sus manos y leyó un párrafo en donde efectivamente se nombraba a su hija con ese apellido–. Esto va a seguir sucediendo, y nosotros no tenemos medios para enfrentarlo porque la Justicia permite que las cosas continúen de esta manera. Por eso, a las Abuelas, que saben que soy solidaria con su dolor que no tiene ni punto comparación con el nuestro, les pido, les ruego, que no tomen venganza con una criatura de doce años. Juliana no tiene nada que ver. No hay derecho a que la sigan manoseando así. Es todo lo que tengo que decir porque realmente me siento vencida. Ya no sé a quién recurrir.
–Y Juliana, que es la gran protagonista, la triturada por todo esto, ¿qué dice?
–Juliana dice que no quiere que hablen más de ella. Yo me siento mal, incluso de estar acá, pero es la única manera que tengo de defenderla. Ella está muy bien y muy feliz pero no quiere que la manoseen más.

Finalmente el 13 de junio de 1990 la Cámara Federal de San Martín les reintegró la patria potestad a los Treviño. Unas semanas después ellos resolvieron iniciar juicio a Ramos Padilla y al Estado.


Video: Carmen Treviño en Tiempo Nuevo, 1988.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado Sr. Palma:

No salgo de mi estupor. Es inconcebible lo que le hicieron a esa familia, no tienen perdón.

¿El Dr. Ramos Padilla continúa siendo juez? ¿La causa iniciada por los Treviño el 13 de junio de 1990, ya fué resuelta, tiene sentencia? Ya pasaron más de 19 años... alguna noticia tiene que haber.

Por favor no deje esta nota sin final. Gracias!