Ella modula su discurso. 5.000 dólares en joyas, tintura caoba y el color inmaculado del vestuario, ponen el marco fashion.
"El crecimiento sostenido, la acumulación de reservas, el superávit fiscal y el superavit comercial…” son los puntos que la presidenta destaca. Imposta, también la voz. Se arregla el cabello. Acomoda el micrófono, esto es un tic solamente. Y habla con locuacidad. Y habla tan “lindo”, que hasta creo que preside la Suiza de Sudamérica.
Ella sale del Congreso y corre al abrazo de “el pueblo” movilizado por “el aparato”. Y cuando digo “el aparato”, no me refiero a aquél que prometió un Café literario, pero al final terminó de lobbysta en Puerto Madero, donde alquila oficinas a 7.000 dólares los 30 días. Parece que la política reditúa. Sino que me refiero al “aparato” partidario que moviliza a 50 mangos por cabeza.
Y mientras ocurre el abrazo arreglado, yo apago el telvisor y vuelvo a la vida real, que es muy distinta a la vida del matrimonio Real.
Agarro mi batata modelo 93, y salgo orgulloso. Después de todo, estoy saliendo a las calles del país del “crecimiento sostenido inigualable, de la acumulación única de reservas, de los increíbles superávit fiscal y comercial”.
Pero…siempre hay un pero…llego a la estación de servicio de mi barrio. Belgrano. No hay combustible. Hago diez cuadras más, y encuentro otra estación de servicio. Encaro para la playa, pero el playero, sentado en una reposera, me hace no con el dedito. Me voy como vine. Y así llego hasta calle Libertador. Estaciono con desconfianza junto al surtidor. Me bajo, y el empleado me dice: “solo le puedo vender 30 pesos, varón”. Déle nomás, le contesto resignado.
Mientras abro el tanque, un helicóptero pasa tronando sobre nuestras cabezas.
Allí va la reina de las palabras, y de la frivolidad de lo fastuoso. Viaja en su Suiza, que queda varios metros arriba de la nuestra.
Aquí abajo, los súbditos de las mentiras, sufrimos sumisos la realidad de los hechos.
"El crecimiento sostenido, la acumulación de reservas, el superávit fiscal y el superavit comercial…” son los puntos que la presidenta destaca. Imposta, también la voz. Se arregla el cabello. Acomoda el micrófono, esto es un tic solamente. Y habla con locuacidad. Y habla tan “lindo”, que hasta creo que preside la Suiza de Sudamérica.
Ella sale del Congreso y corre al abrazo de “el pueblo” movilizado por “el aparato”. Y cuando digo “el aparato”, no me refiero a aquél que prometió un Café literario, pero al final terminó de lobbysta en Puerto Madero, donde alquila oficinas a 7.000 dólares los 30 días. Parece que la política reditúa. Sino que me refiero al “aparato” partidario que moviliza a 50 mangos por cabeza.
Y mientras ocurre el abrazo arreglado, yo apago el telvisor y vuelvo a la vida real, que es muy distinta a la vida del matrimonio Real.
Agarro mi batata modelo 93, y salgo orgulloso. Después de todo, estoy saliendo a las calles del país del “crecimiento sostenido inigualable, de la acumulación única de reservas, de los increíbles superávit fiscal y comercial”.
Pero…siempre hay un pero…llego a la estación de servicio de mi barrio. Belgrano. No hay combustible. Hago diez cuadras más, y encuentro otra estación de servicio. Encaro para la playa, pero el playero, sentado en una reposera, me hace no con el dedito. Me voy como vine. Y así llego hasta calle Libertador. Estaciono con desconfianza junto al surtidor. Me bajo, y el empleado me dice: “solo le puedo vender 30 pesos, varón”. Déle nomás, le contesto resignado.
Mientras abro el tanque, un helicóptero pasa tronando sobre nuestras cabezas.
Allí va la reina de las palabras, y de la frivolidad de lo fastuoso. Viaja en su Suiza, que queda varios metros arriba de la nuestra.
Aquí abajo, los súbditos de las mentiras, sufrimos sumisos la realidad de los hechos.
Sumisos…muy sumisos. Así nos va.
Horacio R. Palma
3 comentarios:
Excelente!!!
Viva Perón y Viva Hugo Moyano!!!
Pobre Perón!!! y que Vivo Moyano!!!
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